jueves, 20 de diciembre de 2007

VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS


Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
esta muerte que nos acompaña
desde el alba a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un absurdo defecto. Tus ojos
serán una palabra inútil,
un grito callado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola te inclinas
ante el espejo. Oh, amada esperanza,
aquel día sabremos, también,
que eres la vida y eres la nada.

Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como ver en el espejo
asomar un rostro muerto,
como escuchar un labio ya cerrado.
Mudos, descenderemos al abismo.

Cesare Pavese

domingo, 16 de diciembre de 2007

COREA DEL NORTE


Hasta hace poco tiempo lo único que conocía de Corea del Norte era esto.

De esta delirante manera informaba la televisión coreana de la muerte del ‘eterno’ Kim Il Sung en 1994. Ni el cine de Almodóvar ha alcanzado cotas tan depuradas en lo grotesco. Las imágenes me recuerdan la muerte de otro líder comunista, el chino Den Xiao Ping, que también se caracterizó por estos histerismos reverenciales. Imagino que el día que se muera Fidel Castro nos toparemos con escenas parecidas (o no, que a lo mejor sucederá en Cuba como en España, que pasó masivamente del franquismo al antifranquismo en cuestión de horas, tras fallecer el dictador). ¿Por qué unos sistemas que teóricamente pretenden una cierta emancipación de los individuos se acaban limitando a un obsceno paternalismo?

Pero estos últimos tiempos he dado con dos interesantes fuentes de información sobre Corea, una de las dictaduras más implacables y poco conocidas del mundo: se trata de un comic y de un documental televisivo. El comic se titula Pyongyang y ha sido creado por el dibujante canadiense Guy Delisle, que se inspiró en una visita que hizo a la capital coreana por motivos de trabajo. Se lo recomiendo a quien no conozca esta brillante obra (y eso que no soy comiquero. En casa sólo tengo tres: éste, Agujero Negro y Maus); lo ha editado en castellano la editorial Astiberri (2006). Por otra parte, hace escasos meses el canal Cuatro estrenó un interesantísimo documental sobre la realidad de la dictadura coreana. Su título es Amarás al líder sobre todas las cosas y está protagonizado por el reportero Jon Sistiaga, que trata de escudriñar las mentiras del régimen comunista. El viaje fue organizado por la Asociación de Amistad con Corea (KFA), presidida por el catalán Alejandro Cao de Benós, un siniestro y curioso personaje obsesionado, parece que desde niño, en su defensa incondicional del régimen actualmente dirigido por Kim Jong Il. 

Corea del Norte no es un caso único. Han existido y siguen existiendo otros muchos países comunistas, siempre caracterizados por una férrea limitación de las libertades y una creativa transfiguración de la realidad. La URSS y China son los más conocidos, pero hay otros muchos casos de un perfil similar al coreano, como son Albania, Rumanía o la Alemania del Este, que bien valen un análisis de sus mecanismos de poder y de control de la población. Poca gente podrá juzgar que me equivoco cuando digo que el comunismo ha sido en el siglo XX sinónimo de totalitarismo (otra cosa es el socialismo democrático), pues ejemplos no nos faltan para sostener esta tesis. Pero Corea ha ido más allá que el resto, sobreviviendo a la caída del ‘Telón de Acero’ y profundizando en una alienación de dimensiones poco conocidas. Su régimen ha sido (sigue siendo) más fuerte en el sentido de más impermeable a los cambios y sus estrategias de dominio más contundentes. Si toda dictadura comunista vive en un blindaje severo con respecto a lo que es ajeno a ella, el caso de Corea del Norte lleva esta máxima hasta extremos increíbles de alienación.

Día 1. Comienza el viaje para Delisle, Sistiaga y los que los acompañamos. Bienvenidos a Pyongyang, caballeros. Primer mandamiento: prohibirás todas las cosas (excepto si eres miembro del Partido). Las prohibiciones (redundancia en un país en el que todo está vetado o vedado) a los escasos extranjeros que visitan el país se dan ya desde un principio: no se pueden llevar revistas porno; los teléfonos móviles son confiscados en el aeropuerto y sólo se devuelven a la vuelta. Segundo mandamiento: ‘No se puede hacer nada solo’ (de nuevo: salvo si tienes el carnet del Partido), por lo que siempre debe ir uno acompañado por un guía (en realidad, espía del régimen) y un chofer. Libertad, ¿para qué?, como diría Lenin.

En las calles de Pyongyang apenas hay tráfico. El gobierno sólo permite a unos pocos acceder a la adquisición de un vehículo. Como puede verse en los videos, miles son los kilómetros de carreteras desiertas de este alucinante país, que parece más ficticio que real. La mayoría, a pie o en bicicleta, que no contamina y además el ejercicio es muy sanote (en este sentido, Pyongyang seguro que haría las delicias de Al Gore).

El museo (dedicado a Kim senior) del Palacio de las Amistades (dedicado a Kim junior), que se encuentra alejado de Pyongyang, está excavado en la roca de una montaña, y es a la vez un refugio antiatómico. La finalidad del invento consiste en hacer ver que la mayoría de países del mundo admiran el ejemplo de Corea y han colmado a su pueblo y a su líder con infinitos regalos. La realidad, claro, es muy distinta (casi todos los regalos pertenecen a dirigentes comunistas), aunque algún regalito tiene su gracia (por la cuenta que nos trae), como el que tiene que ver con Santiago Carrillo.



¡Ojo al calendario! Recuerden que en Corea no estamos en el año 2007, sino en el 96, pues hace 96 años que fue concebido (más detalles de nota: el reloj se puso en hora cuando fue concebido, no cuando nació) el líder de la nación. Y es que donde esté Kim Il Sung que se quite al judío Jesús, que no escribía nada, mientras que el fenómeno coreano, a ritmo de uno por día, escribió nada menos que ¡18.000 libros! ¡Y encima “muy intensos y muy profundos”!, como recuerda el encargado de la biblioteca que los alberga (ojo: sostiene el doctor Ri, que así se llama el personaje, que se los ha leído todos). 


Para un simple traslado de un pueblo a otro cercano se requiere de un visado.


Parece que Corea del Norte es el país del mundo que más ayuda humanitaria recibe.

La obsesión con una invasión militar ‘imperialista’ es omnipresente. El motivo que subyace a este delirio, al menos entre sus clases dirigentes (el resto parece se lo cree de verdad), es de manual: no hay nada mejor que una amenaza exterior constante para homogeneizar a la ciudadanía (en este caso, súbditos). La guerra de Corea con los USA fue hace más de 50 años pero, si nos dejamos llevar por el ambiente de psicosis reinante en esta dictadura comunista, parece que se produjo la semana pasada. Cuentan Delisle y Sistiaga su paso obligado por un museo en el que se muestran barbaridades alucinantes de los americanos, como que dan de beber petróleo a los niños, o que los torturan con un sadismo digno del doctor Mengele. Eso sí, como no pueden ilustrar esas invenciones con imágenes reales, pues recurren a unos esforzados óleos que recrean las falsas situaciones y a órdenes militares claramente falsificadas.

Delisle: “Corea del Norte es el país más cerrado del mundo. Los extranjeros entran con cuentagotas. No hay internet, ni cafeterías. En resumen, ninguna diversión. Resulta difícil salir del hotel, y conocer coreanos se revela prácticamente imposible”. 

El metro de Pyongyang es realmente curioso. Construido a mucha profundidad para hacer las veces de refugio antiatómico, está decorado con unos exagerados murales de realismo socialista y columnas dignas de un palacete francés, mientras que los vagones del metro acusan bastante más pasado que futuro.

Las consignas lo invaden todo: las calles, las casas, los edificios oficiales, etc. Incluso paisajes de la naturaleza. En una ladera, por ejemplo, se puede ver esculpida una consigna en honor de Kim junior. ¿Se tratará de una sutil operación para captar militantes entre la sufrida fauna coreana?

En el Museo de Bellas Artes el 80 % de sus cuadros representan a los dos Kim.

Las dictaduras comunistas se autocalifican de ‘paraíso’, pero de ellas una gran parte de la población desea huir (muchos son asesinados o encerrados en el intento), mientras que muy poca gente (sólo los que tienen un perfil parecido al de Cao de Benos) quiere entrar en él.


Del director de cine coreano Shin Sang-Ok habla Delisle en el comic y su biografía resulta apasionante. Resulta que era el director de cine más laureado de Corea del Sur cuando Kim junior ordenó secuestrarlo en 1978 y llevárselo para el norte, donde le obligaron a convertirse en el cineasta del régimen. Para convencerlo lo llevaron a los campos de concentración, situados en el norte del país. A mediados de los 80 Shin pudo escapar gracias a que fue enviado a un festival internacional.

En Corea no hay minusválidos (tal vez tampoco homosexuales, como en Irán). La versión oficial dice que todos los coreanos “nacen fuertes, inteligentes y saludables”. Probablemente Kim junior lleve a cabo los mismos métodos de Hitler para erradicar a todos los discapacitados.
Un detalle sobre los dos Kim, padre e hijo. Resulta que todo el mundo debe llevar pins con el careto de los dos, que aunque son padre e hijo se parecían poco, de modo que se ha recurrido a una especie de Photoshop para igualar las formas de las dos efigies.

En demasiadas ocasiones se adjudica a las imperfectas sociedades capitalistas la realidad del Gran Hermano que George Orwell describe en su 1984, cuando de hecho era en una dictadura comunista en la que se estaba inspirando el escritor británico, concretamente en la de la URSS. Y Corea del Norte no es más que una prolongación del modelo que Stalin puso en marcha tras la revolución bolchevique. Desde luego, el Gran Hermano practica la neolengua, su corazón late muy a la izquierda y su visión del ‘otro mundo es posible’ no se presta a ningún tipo de consenso.

Delisle se pregunta lo que todos los visitantes de Corea, lo que todo aquel que reflexione sobre Corea se pregunta: ¿creen ellos en todo lo que se les hace tragar? Yo creo que sí, sobre todo porque no tienen otra opción, no sólo por el tema coercitivo, sino porque no poseen alternativas distintas. No saben quién es Kant, ni Shakespeare o Cervantes, ni la Biblia, ni nada. No conocen nada de otras realidades culturales y sociales. Todo lo que saben es la verdad del comunismo, la destilada por el Kim de turno. El entontecimiento y la homogeneidad es total y absoluta; toda individualidad es arrancada de raíz, todo criterio personal desmadejado y aniquilado. Todo ello en defensa de elevados ideales de justicia y dignidad. Y para el que, aún así, consiga salirse del molde restrictivo, hay mil maneras de destrozarlo, empezando por lo que le pueda pasar a su familia (sólo se deja salir del país a algún coreano siempre que tenga familia, ya se sabe), o por enviarlo a los campos de concentración, que, como en todos los países comunistas, se llaman ‘campos de reeducación’. Efectivamente, Chomsky, Manu Chao & co. tienen razón: otro mundo es posible, y Corea del Norte es uno de sus varios ejemplos.

PD: Uno de los miembros de la comitiva de Sistiaga, el periodista de ABC, Pablo M. Díez, ha informado sobre su delirante experiencia en las páginas de su periódico.
La BBC también ha producido un documental sobre Corea del Norte, Acceso al terror: 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7.

(Texto publicado en el Nickjournal)

martes, 11 de diciembre de 2007

NOTAS SOBRE EL CINEMATÓGRAFO


Notas sobre el cinematógrafo es el título de un libro que escribió el cineasta Robert Bresson y que fue editado por Gallimard en 1975 (hay edición española en Árdora, 1997). En esta obra construida a partir de sutiles aforismos intentó Bresson expresar su concepción del arte del cinematógrafo en particular (como algo opuesto a las otras artes de las que históricamente ha bebido), aunque hay mucho más de fondo. Los breves textos del cineasta tienen mucho de filosófico, en el mejor sentido de búsqueda de algo que escapa a cualquier tipo de planteamiento absoluto. El arte implica mucho más que lo que se suele entender por esta palabra, y este libro lo ejemplifica. Sus reflexiones son, en palabras del escritor J.M. Le Clézio, "cicatrices, marcas de sufrimiento". He aquí algunas muestras:

"No hay arte sin transformación.

Crear no es deformar o inventar personas o cosas. Es establecer entre personas y cosas que existen, y tal como existen, relaciones nuevas.

No corras tras la poesía. Ella penetra por sí sola a través de las junturas (elipsis).

Que sean los sentimientos quienes conduzcan los acontecimientos. No a la inversa.

Cinematógrafo: forma nueva de escribir, y por lo tanto de sentir.

El cine sonoro ha inventado el silencio.

Cosas que se vuelven más visibles, no por más luz, sino por el nuevo ángulo bajo el que las miro.

Una cosa equivocada, si la cambias de sitio, puede ser una cosa acertada.

Estilo: todo lo que no es técnica.

Lo que está destinado al ojo no debe repetir lo que está destinado al oído.

Cuando un sonido puede reemplazar una imagen, suprimir esa imagen o neutralizarla. El oído va más hacia el interior, el ojo hacia el exterior.

A las tácticas de velocidad, de ruido, imponer tácticas de lentitud, de silencio.

Practicar el precepto de encontrar sin buscar.

Evitar los paroxismos (cólera, espanto, etc.) que es obligado simular y en los que todo el mundo se parece.

Sólo es duradero lo que está atrapado en ritmos (...). Ello se da porque una mecánica hace surgir lo desconocido.

Que las imágenes excluyan la idea de imagen.

Traducir el viento invisible por el agua que esculpe a su paso.

El ojo (en general) es superficial, el oído, profundo e inventivo. El silbido de una locomotora imprime en nosotros la visión de toda una estación.

Nada de psicología (de esa que sólo descubre lo que puede explicar).

Ve tu película como una combinación de líneas y de volúmenes en movimiento al margen de lo que representa y significa.

Mi película nace por primera vez en mi cabeza, muere en el papel; la resucitan las personas vivas y los objetos reales que utilizo, que son inmolados en el celuloide pero que, dispuestos en un cierto orden y proyectados sobre una pantalla, se reaniman como flores en agua.

Nada de fotografía bonita, nada de imágenes bonitas, sino imágenes y fotografía necesarias.

Ver los seres y las cosas en sus partes separables. Aislar estas partes. Hacerlas independientes para darles una nueva dependencia.

No se crea agregando, sino suprimiendo.

Que la causa siga al efecto y no lo acompañe ni lo preceda.

No sólo relaciones nuevas, sino una manera nueva de re-articular y de ajustar.

Rodar no consiste en hacer algo definitivo, es hacer los preparativos.

La fuerza eyaculatoria del ojo.

La belleza de tu película no residirá en las imágenes (tarjetapostalismo) sino en lo inefable que éstas liberarán.

El público no sabe lo que quiere. Imponle tus voluntades, tus voluptuosidades.

Temblor de las imágenes que se despiertan.

Producción de la emoción lograda mediante una resistencia a la emoción.

Es del sometimiento a una regularidad mecánica, es de una mecánica de donde nacerá la emoción. Para comprenderlo, pensar en ciertos grandes pianistas.

Sé preciso en la forma, no siempre en el fondo (si puedes).

Ten el ojo del pintor. El pintor crea mirando.

Sacar las cosas de la costumbre, descloroformizarlas.

Construye tu película sobre lo blanco, sobre el silencio y la inmovilidad.

Sin cambiar nada, que todo sea diferente".

sábado, 8 de diciembre de 2007

LA FORMA


“Todo el mundo busca mensajes y contenidos, mientras lo importante son las formas de un arte y el misterio que éstas encierran”.


Robert Bresson.
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