martes, 26 de febrero de 2008

POLÍTICA Y DESEO MIMÉTICO


Releyendo el libro de Política de Aristóteles me ha sorprendido que en alguna de sus tesis coincida con René Girard, autor que es objeto de mi tesis doctoral. No habla propiamente del 'deseo mimético', pero sí que elabora alguno de sus elementos principales. Por ejemplo, Aristóteles rompe con un terreno común de nuestros días (y no sólo de nuestros días) según el cual el ser humano tiende a la violencia por obligación, en el sentido de que trata de satisfacer con ella sus necesidades más primarias. Las necesidades secundarias, aquellas que tienen que ver con lo identitario, con lo suprasensible, las que pone en marcha la dinámica transfiguradora del deseo, tienen una importancia mayor de lo que se les suele conceder. Aristóteles no tenía una concepción rusoniana de la naturaleza humana, eso está claro, y sobre esa tesis del ser del hombre elabora su concepción de la política. Como todo lo escrito por Aristóteles, muy recomendable:


"Los hombres no sólo delinquen por las cosas de primera necesidad, sino también para gozar y saciar sus deseos (...). Los mayores delitos se cometen por los excesivos apetitos y no por las cosas necesarias; por ejemplo, no se hacen los hombres tiranos por no pasar frío. Y por eso los grandes honores se dan al que mata no a un ladrón, sino a un tirano (...). La ambición de los hombres es insaciable. La naturaleza de la ambición no conoce límites, y la mayoría de los humanos vive con el afán de satisfacerla".

(imagen: el Macbeth de Orson Welles)

domingo, 17 de febrero de 2008

LA MUERTE DEL LUIS SITJAR

El recinto de un estadio deportivo (de fútbol en este caso) tiene mucho que ver con lo sagrado. El espacio que delimitan sus dimensiones es el de un temenos, es decir, un lugar destinado a la sacralidad, a la celebración de un rito. El estadio es el lugar donde se celebra la liturgia futbolística, ese evento 'agonístico' y 'polémico' en el que se juega y se representa el misterio de lo humano, su esencia profunda. Alrededor de un ritual de estas características todo se reconfigura bajo significaciones propias.

No sigo más, que sobre esta cuestión ya me extendí en su día en las páginas de Kiliedro. Decía allí que el fútbol es, desde hace tiempo, una avasalladora religión mundial, politeísta en su culto y con enorme capacidad de movilización. Yo profesé este culto durante años pero desde hace un tiempo decidí no seguir comulgando. Del fútbol me queda la memoria del ritual (vinculado sobre todo al R.C.D. Mallorca), el recuerdo de lo vivido y de los lugares donde se celebró esa experiencia. Por eso mantengo una especial vinculación con los terrenos del estadio Luis Sitjar, pues allí pasé los momentos más excitantes de mi infancia desde el momento en que mi padre, contando yo con apenas un año de edad, decidió llevarme al estadio para ver no recuerdo qué partido del Real Mallorca. Múltiples experiencias tengo asociadas a ese escenario, pero la más fuerte, dejando de lado los relacionados con lo sucedido en el césped, y que se me ha repetido en sueños, tiene que ver con una caída no consumada. Resulta que en un partido el Mallorca remontó en los últimos minutos un 0-2, ganando por un ajustado 3-2. Yo, que debía tener unos 3 o 4 años, me dormí en los brazos de mi padre. Pero la remontada final transfiguró la resignación del viejo Horrach en una incontenible euforia. Saltó del asiento con la violencia de un proyectil tras el tercer gol, el de la victoria, olvidándose de que su primogénito descansaba en su regazo, lo que me impulsó peligrosamente al abismo del foso del Luis Sitjar (peligroso foso que se tragó a cinco decenas de espectadores en 1984, en pleno Mallorca-Valladolid, y al 'Cuqui' Silvani a finales de los 90, cuando éste jugaba en el Salamanca). En un rápido movimiento mi padre consiguió agarrarme antes de que la caída se consumara. Pero recuerdo todavía la oscuridad del foso, el olor a fango y el pánico de la caída. El miedo no se borró de mi cabeza en mucho tiempo.

Recuerdo también los tétricos y malolientes baños del estadio, auténticas cuevas ancestrales de cuyos techos parecían colgar sombrías estalactitas. Penetrar en este Averno, en el descanso de cada encuentro (la liturgia ritual del partido así lo marcaba), se convertía en una experiencia fascinante y temible. Pero todo eso se acabó cuando el Mallorca se trasladó el otoño del año 1999 a un estadio nuevo, el espantoso Son Moix u Ono Estadi, que ya no se ubica en plena ciudad sino en uno de sus extrarradios.

La muerte lenta del Luis Sitjar la vivo como el derrumbe de un mundo, de lo que fue parte de mi vida durante dos décadas. La directiva del Mallorca, enfrentada a los propietarios del recinto, entregó las llaves del estadio hace unos seis meses (durante seis años sólo ha albergado los partidos del equipo filial), y la decadencia del que fue campo de fútbol de primera división es casi total, como se puede ver en las imágenes que acompañan al texto. Su situación es similar a la padecida por otro recinto palmesano muy querido por mí, el viejo canódromo, situado en las cercanías del estadio.

El estadio Luis Sitjar (nombre del presidente del club que promovió su edificación. Cuando fue inaugurado se llamó ‘Es Fortí’, y se cambió al actual nombre en 1955), bastión y alma del mallorquinismo, albergó como primer partido, allá por 1945, un Mallorca-Xerez. El último en la primera división fue un Mallorca-Celta que acabó en 2-0, y que significó la despedida (la primera) de Héctor Cúper del club en junio del año 1999. Este es el video del día, el fin del estadio como recinto oficial del club rojinegro. Pero este fin se vivió más como despedida de Cúper que del estadio. De aquellos momentos de éxtasis y gloria (el Mallorca certificaba su clasificación para la previa de la Champions League) sólo queda un melancólico recuerdo.

miércoles, 13 de febrero de 2008

ACERCA DE LA TRANSVERSALIDAD

El concepto de transversalidad tiene un origen geométrico y significa aquello que es opuesto a lo longitudinal, es decir, a la longitud entendida como la magnitud que mide la distancia entre dos puntos. En este sentido, se marca y se cierra un espacio; se define y se fija un terreno, anteriormente indiferenciado. Gracias a este sencillo silogismo, podríamos decir que la transversalidad es aquello que escapa precisamente a la pretensión de marcar, definir, en sentido absoluto, y sellar un terreno. La transversalidad se caracterizaría por moverse en diversos ámbitos diferenciados, sin dejarse apoderar o influenciar del todo por la identidad de cada uno de ellos.

Últimamente se viene hablando en España, en un sentido político, de la transversalidad. Entre otros, dos de los 15 fundadores del partido Ciutadans, Xavier Pericay (que ya se desmarcó de C’s) y Félix Ovejero (que sigue apoyando a este partido), han señalado algunos aspectos interesantes de esta cuestión.

Pericay señalaba este pasado verano, en su artículo De la necesaria transversalidad (ABC, 7/7/2007), una transversalidad que se ha dado, desde hace años, en la política española: la que afecta al nacionalismo, en este caso catalán. Pero se trataría de una transversalidad ‘bastarda’, pues se sustenta sobre una exclusión ideológica previa, la que elimina de todo discurso o proceso aquello que no tenga que ver con la defensa del catalanismo. Esta transversalidad no establecería relaciones a diferentes niveles en sentido no dogmático, sino que sería aquello que precisamente apuntalaría un dogmatismo político, en este caso, como ya se ha dicho, el catalanismo.

Pericay señala también un aspecto interesante de la cuestión: “a la transversalidad del catalanismo sólo puede oponerse la transversalidad del no catalanismo. Es decir, un frente amplio, que abarque desde el centro izquierda hasta el centro derecha”.

Pocos meses después de este artículo de Pericay, Félix Ovejero escribió una interesante columna (El País, 3-11-07) sobre la cuestión, titulada Reflexión sobre la transversalidad. En ella Ovejero analizaba las atribuciones que últimamente le han ido cayendo a este concepto en el ámbito político. En un momento determinado habla de UPyD, partido que se ha significado positivamente sobre una funcionalidad de la transversalidad, aspecto que Ovejero cuestiona, sobre todo porque entiende que bajo este término cabría cualquier cosa, cualquier idea o propuesta. Parece entender que UPyD pretendería situarse en un teórico ‘centro’ político sin contenido alguno, que trataría de escapar, sin lograrlo (a juicio de Ovejero), al dominio que la dualidad izquierda/derecha ejerce en nuestra política. Sin embargo, y por decirlo de alguna manera, Ovejero confunde el ‘centro’ con el ‘entre’, en el sentido de que UPyD, en su defensa de la transversalidad, no trata de eliminar la citada dualidad como referencia o marco, sino que pretende anular o relativizar el grado de identidad fuerte que han alcanzado sus dos polos. No quiere decir esto que no haya propuestas políticas que puedan identificarse con lo que históricamente han sido la derecha y la izquierda; la censura al respecto es más formal, pues lo que se trata de combatir es la fuerza simbólica y esencialista que han alcanzado estas referencias adoptadas, como es sabido, en un momento histórico muy concreto, el que tiene que ver con la Revolución Francesa.

Puede parecer un tanto contradictorio que se pretenda dar contenido de ideas a algo que, en apariencia, es más bien una cuestión formal y que, por tanto, parece desmarcarse de lo que tiene que ver con contenidos ideológicos fuertes. Pero en esta aparente contradicción reside la fuerza de esta operación, pues ya es una postura fuerte el desmarcarse de dualidades que, hoy en día, sirven menos para definir algo con sentido que para blindar posiciones de raíz identitaria. La dualidad izquierda/derecha podría funcionar en un país normal, en el que se pudiera debatir sosegadamente, más con la razón que con presupuestos dogmáticos, sobre unos puntos concretos. Pero en España, cuya política se basa más en los sentimientos que en la razón, esto es imposible, pues esta dualidad se da siempre cargada de un poderoso elemento excluyente, de trinchera; se da como figura del enfrentamiento más fanático entre dos facciones. Cada polo de la dualidad se ha convertido en una identidad, en algo que queda fuera de la esfera de la crítica. No se defiende algo porque se considere importante, sino porque se encuentra incluido en la Vulgata de turno, ya sea conservadora o progresista.

La transversalidad supone una fuerte ruptura. Como he dicho, permite situarse fuera de estas esferas de dominio, en un ‘entre’, escapando a su lazo sectario. El discurso de la transversalidad, que es en este caso político y no metafísico, no consiste en no-decir-nada o en situarse fuera de todo discurso. No tiene nada que ver con una defensa de un aséptico lugar intermedio, de una moderación ramplona. Las posturas ‘radicales’ tiene cabida en la transversalidad, pero eso dependerá de lo que se juzgue o analice en cada caso y situación. La ruptura que se opera en la transversalidad es formal, pues, como se ha dicho, rompe con las clausuras de sentido que la dualidad izquierda/derecha pretenden imponer. Pero a nivel de contenidos, todas las puertas están abiertas, nada queda vedado. En el caso de UPyD, siempre que estas ideas y propuestas se elaboren racionalmente en base a necesidades objetivas y con criterios claros y demostrables. Las políticas basadas y articuladas a partir de sentimientos e identidades mejor la dejamos para los partidos nacionalistas, o para sus imitadores, PSOE, IU y PP.

(artículo publicado en el Nickjournal)

viernes, 8 de febrero de 2008

CASI TODO ESTÁ YA INVENTADO


Todo el mundo ha escuchado o ha pronunciado, en algún momento de su vida, esta oración. "Casi todo está ya inventado", decimos, y nos quedamos tan satisfechos de nuestra supuesta lucidez. La consecuencia primera de este lema es que algo se acaba y no hay más allá; puede haber existencia, pero no verdadera creación. Es 'el fin de...' lo que se quiera añadir, ya sea la historia, el hombre, la galaxia o el fútbol televisado. Se decreta, pues, el fin de todo.

Pero esta idea no es nueva, pues ya el gran Aristóteles la escribió, hace unos 2.500 años, en su libro de Política (Libro II, capítulo 5). Por tanto, no es precisamente un efecto de la modernidad este finalismo creativo que siempre se está anunciando pero nunca cumpliendo. Parece que tenemos una muy marcada tendencia a proteger el momento y el lugar en el que nos encontramos, a declararlo una supuesta realización de algo completo y ya definido. No queremos dejar puertas abiertas al porvenir; tememos lo abierto. Pero el mundo no se acaba con nosotros. De fondo de todo esto late la pretensión del cierre, de clausurar algo, el devenir, que está en movimiento y que desconocemos adónde nos conducirá. Pretendemos clausurar el devenir, inmovilizar el fluir de la existencia. "¡Que inventen ellos!", los demás, gritaba Unamuno, en plena sintonía con lo aquí expuesto. Y a dormir.

lunes, 4 de febrero de 2008

EAK TAI AHN vs JAIME I


Se está celebrando estos días que Jaime I, llamado "El conquistador" (1208-1276), habría cumplido 800 años. Dejando de lado otras consideraciones, me llama la atención una cuestión extraña, por paradójica: en nuestras escuelas se enseña a los chavales cosas como el valor de la paz, que toda guerra es condenable y, en algunos casos, que Bush y Sharon son los supremos carniceros del planeta; sin embargo, después resulta que ponderamos la figura de un rey medieval que si se caracterizó por algo no es por su clemencia o amor al pacifismo. En las escuelas enseñamos que al prójimo hay que respetarlo y amarlo, que la Alianza de las Civilizaciones está muy bien... y luego nos deshacemos en elogios a un 'matamoros' y conquistador 'imperialista'. Para que nos quejemos de que los chavales nos salen un poco confusos.

Pero hay otras figuras que, viniendo también de fuera, aportaron a Mallorca cosas más interesantes y menos beligerantes. Una de ellas es el compositor coreano Eak Tai Ahn (1906-1965), fundador de la Orquesta Sinfónica de Baleares. Mientras que en su país de origen, lo que ahora es Corea del Sur, es un auténtico mito (es el creador del Himno Nacional coreano y posee el primer pasaporte existente de la República de Corea que nació en 1946), en Mallorca y en España es un desconocido.

Ahn nació en Pyongyang en 1906 y desarrolló su vocación musical en Japón, EEUU y Austria, donde estudió con Richard Strauss. Durante su exilio fuera de Corea conoció, en Barcelona (1946), a su futura mujer, María Dolores Talavera (también llamada Lolita Ahn). Lolita fue primero su traductora, después su esposa, la madre de sus tres hijas y, finalmente, su viuda y depositaria de su legado. Ese mismo año se trasladaron a vivir a Mallorca para crear (en 1947) y dirigir su Orquesta Sinfónica. Con su puesta en marcha el maestro coreano quería llevar a la realidad un sueño que alumbró nada más llegar en barco a la bahía de Palma en 1946: “tener una orquesta en esta isla es como tener un lugar en el cielo”. Ahn reclutó para su orquesta a músicos de todas partes, llegando a reunir a 17 nacionalidades diferentes. Esto en una época, los años 40 y 50, en la que lo extranjero tenía una consideración más negativa que en la actualidad, más todavía en una sociedad tan cerrada como la mallorquina.

Mallorca ha preferido celebrar antes a personajes como Jaume I que a un Eak Tai Ahn. Sólo en el año 2005 el Ayuntamiento de Palma recordó al coreano con la inauguración de una escultura (espantosa) que se encuentra en un lateral del paseo del Borne. Pero Mallorca es una tierra muy curiosa en lo que respecta a sus recuerdos y homenajes. Una comparación puede darnos una pista al respecto: por un lado el caso del compositor polaco Frederic Chopin, que se pasó por Mallorca unas pocas semanas y cuya actitud, junto con la de George Sand, fue de rechazo hacia los mallorquines; sin embargo, su esporádica vinculación con la isla es ponderada y alabada en multitud de libros, artículos y tesis doctorales. En cambio, de una persona como Eak Tai Ahn, que no sólo se relacionó con la población nativa de Mallorca de una manera mucho más amable que Chopin, sino que además echó raíces en la isla y llevó a cabo iniciativas en beneficio de la sociedad balear, no queda demasiado rastro en el volumen de publicaciones que pueblan el panorama literario de la isla.

En Mallorca vivió Ahn hasta el día de su prematura muerte por cirrosis en 1965. Fueron 20 años los que residió en la localidad palmesana de Sant Agustí. El compositor y director coreano dejó mujer, hijos, nietos, una nueva Orquesta Sinfónica de las Baleares, el poema sinfónico 'Mallorca’, etc. Desde luego, raíces más amables que las dejadas, no sólo por Chopin, sino por el celebrado y admirado Jaime I. Como dice mi madre: "dels beneïts s'en riuen" (de los tontos se ríen). La historia sólo se escribe con sangre.
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