sábado, 14 de noviembre de 2009

LA MUJER CTÓNICA (12). PENES DE GOMA vs MUÑECAS DE PLÁSTICO


Los artilugios sexuales que manejan hombres y mujeres siempre han acostumbrado a presentar diferencias llamativas. Por todos es sabido que las mujeres tienen debilidad por consoladores o penes de goma (o, a estas alturas, de cualquier otro material), mientras que los hombres, de toda la vida se decantan por muñecas de plástico (u otros materiales), hinchables o no. La diferencia sexual llevada hasta el extremo de los artilugios placenteros que tratan de substituir (o en ocasiones complementar, aunque menos) al partenaire de turno.

La saga ctónica, consciente de que este hueso tiene un elevado potencial polémico que roer, se decide a entrar a saco en estas diferencias para tratar de indagar el significado que ocultan. En este sentido, parece que el hombre suele buscar un doble de la mujer, una substituta que mantenga la referencia corporal femenina, aunque sea cambiando carne por plástico y voz por mudez. Se busca el placer físico, claro está, básicamente el del pene, en contacto con la vagina o la boca de plástico de turno, pero no se pierde de vista que el cuerpo del otro en su totalidad es lo que no se pretende erradicar, al contrario. La referencia humana sigue ahí; la figura, su cercanía, su capacidad de ser abrazada o agredida, amor u odio, pero emociones al fin y al cabo. El hombre, en su querencia por la muñeca de plástico, sigue manteniendo su sexualidad particular en una dimensión que va más allá de la pura genitalidad. Casi se podría decir que es sentimental su opción substitutoria. Pensemos en el caso de Michel Piccoli en Tamaño natural de Berlanga, película en la que el protagonista interpretado por el actor francés se llega a enamorar verdaderamente de su novia de plástico (y a desenamorar de su esposa carnal), confiriéndole un sin número de intenciones, voluntades y demás parafernalia psicológica. Un calor humano, un amor sentimental es lo que en este caso se trata de buscar en la figura femenina sin aliento. Ya no estamos hablando únicamente de puro sexo, sino de "una bonita historia de amor" (como dice Piccoli en el video de arriba, escena final de la película).

Pero por la otra parte, la que toca a la mujer ctónica, ese vínculo con el doble se ha perdido por completo. No hay (o al menos no existían hasta hace un tiempo, no sé si ahora...) hombres hinchables de goma. La mujer ctónica tiende a dejar de lado cuando le conviene la sentimentalidad aparente a la que suele recurrir (de forma estratégica) para dejarse llevar por las urgencias y la inmediatez del placer vaginal. ¿Para qué buscar el contacto con un hombre (de plástico) si lo que se desea es únicamente su pene? En este caso un pene duro y a la vez sensible, de tamaño importante y vibraciones multiorgásmicas. Una joya al alcance de todos los bolsillos. Lo decisivo aquí, para la saga ctónica, es que en el placer substitutorio de la mujer ctónica se pierde la dimensión humana; toda la representación onanista, todo este simulacro, se da en este caso en un ámbito puramente abstracto, despojado de alteridades y de emocionalidad alguna. Sólo la mujer y su pene de goma. Solipsismo ctónico, ausencia de alteridad, ni que sea artificial, y situación de dominio absoluto (no hay potencial enfrentamiento alguno con un pene sin cuerpo; no hay rivalidad explícita ni implícita). No hay amor ni emociones, sólo puro gozo carnal y disfrute del esquema de dominio que prescinde del otro masculino. Muchas ctónicas corean la cantinela de que "los hombres sólo pensáis con la polla", pero lo hacen para luego reverenciar extáticamente a este Grial de goma en la oscuridad miasmática de su refugio solipsista. El mundo ctónico es aquel que busca acabar con el hombre para suplantarlo con penes de goma, misma contradicción que los hombres maltratadores que agreden a la que dicen amar.

18 comentarios:

Anónimo dijo...

Otra referencia cinematográfica de un hombre que se enamora de una muñeca hinchable la cual -por motivos que tampoco conviene despejar- ejerce de todo menos su cometido originario es: Lars y una chica de verdad, de Craig Gillespie.
Si no la ha visto, aquí también le venía al dedo.

Saludos,

Novell.

El Pez Martillo dijo...

Enorme entrada la de hoy, querido Horrach, le felicito. Sólo le matizaré que sí, que hay muñecos hinchables, y que también hay artilugios consistentes en una vagina de goma sin cuerpo, aunque son minoritarios respecto a las muñecas/vibradores. También le diré que la mayoría de muñecas hinchables son para cachondeíto y juerga con los amigotes (despedidas de soltero, cumpleaños...).

Por lo demás, ya lo hemos hablado algunas veces, aunque las ctónicas pregonan mucho lo de la sentimentalidad y tal, lo cierto es que no somos nada más que un medio para que ellas sientan cosas, que el fin no es amar (a alguien), sino sentir (ellas) amor. Somos, en resumen, tan sólo un detonante, la mecha para que ardan, y por eso nos necesitan.

Artqwin dijo...

Muy bueno, Horrach. Las ctónicas pregonan la sentimentalidad como excusa, algunas como educación inscrita a fuego, porque de siempre se las presionó para ser algo así como casi vírgenes y tal vez toman el vibrador, a solas, como venganza, para afirmar que sí, que también sienten deseo sexual y solamente sexual. A solas y también con él, aún más refinado el desprecio mezclado con las convenciones y el afecto, la libertad de la que él también se apodera con avidez. Lo de los ¿ctónicos?, quizás como revancha, también, de su sensibilidad, restringida popularmente por la necesidad de ser efectivo en un mundo que no hace demasiadas concesiones. De todos modos, sería interesante saber por qué es así ¿responde a una demanda o es la demanda la que responde a una oferta? Porque entonces se podría hacer una lectura completamente distinta, algo así como para nosotros todo bien hecho y para ellas, que se apañen con el pene y que las zurzan.

Johannes A. von Horrach dijo...

Novell, muchas gracias por la referencia, porque desconocía la película del tal Gillespie. Tomo nota.

Gracias por sus cariñosas palabras, amigo Pez. Desconocía que usted tuviera tanto conocimiento sobre el asunto de los artilugios sexuiales, jajaja. Pensaba que era una amiga común la que se dedicaba al tema del Tupper Sex.

Artqwin, el tema de las emociones y su manifestación en hombres y mujeres siempre me ha parecido algo discutible, porque se suele entender que es la emocionalidad femenina (dejemos el rollo mujeres-hombres para adoptar en eset caso el más adecuado femenino-masculino) la que más profundidad alcanza, cuando no estoy de acuerdo. Manifestar emociones, que es la bse de la sentimentalidad femenina, no es más que una simple catarsis, una forma de conjurarlas y sacárselas de encima (y no asumir la verdad que en ellas se encuentra); siente más aquel que las mantiene en una cierta interioridad, que no las escupe histriónicamente sobre los demás ni lloriquea por las esquinas, y que asume en sí mismo el sentido de esas emociones. Diré más: la mujer ctónica juega con las emociones como las dictaduras comunistas con la verdad y las libertades, o sea, mucha boquilla y poca sustancia real.

saludos a los tres

Antígona dijo...

Pues yo creo que andas un poco desfasado en estos temas, Horrach.

Tenía entendido que lo que se lleva ahora entre las mujeres no son los penes de plástico y su representación del poder fálico, sino otra clase de juguetitos con formas variopintas y "graciosas" que ni tan siquiera se basan en la penetración, sino que estimulan otras "zonas".

En cuanto a tu lectura de lo que significa prescindir de la corporalidad del otro, ni entro. Pese a que supongo que lo que digo, en parte, no deja de reforzar tu "tesis".

Un saludo!

Johannes A. von Horrach dijo...

Antí-gona, sus apariciones a contrapelo cuando toca saga ctónica son ya un clásico en este blog. No podía usted faltar. Es casi 'pavloviano'.

¿Que estoy desfasado en estos temas de artilugios sexuales? Pues seguro, nunca he estado muy puesto, la verdad. Las pocas amigas que tengo no me cuentan sus gustos en estas materias (tal vez tienen miedo de que las retrate en la saga), y mi querida novia no gasta de estos artilugios así que, es cierto, ando algo desfasado.

saludos

Anónimo dijo...

Es que un muñeco hinchable debe ser muuuy incómodo para moverse, no? vaya rollo, mejor un consolador que lo mueves con facilidad...

Artqwin dijo...

Será igual de incómodo que una muñeca hinchable, digo yo, aunque es de esperar que el pene sea de un material que se mantenga rígido porque si no sería un tanto frustrante. Hola Horrach, es que el tema se presta. De acuerdo en femenino - masculino más que hombre - mujer, aunque tal vez incluso esa distinción debería renombrarse de un modo que no apunte a un género en especial. ¿Realmente son femeninas todas las cualidades femeninas y masculinas las masculinas y todo eso? Efectivamente la sentimentalidad de un hombre no tiene por qué ser menor ni tampoco la competitividad en la mujer, por ejemplo. No estoy de acuerdo en cambio en lo de la manifestación de las emociones, tal vez sirva de catarsis pero también de comunicación y no creo que las haga menos profundas. Sí me han dicho que al verbalizar algo, el contenido pasa de una parte del cerebro más emocional a otra más racional en donde se pueden manejar mejor los recuerdos; esto se utiliza en psicología para las víctimas de traumas.
Estaba un poco de coña en el comentario pero sí es cierto que hubo una tradición educativa muy distinta para hombres y mujeres y probablemente aún queden restos. Ese comentario de "lloriquear por las esquinas" es muy representativo de ese tipo de educación, el hombre fuerte y callado, que no se queja. Y el hecho de llorar se convierte en lloriquear. La verdad es que no encuentro nada malo ni en uno ni en otro, ni en llorar ni en no llorar, nada malo en el sentido de peor que; todo tiene ventajas y desventajas y supongo que también el momento adecuado,
Saludos.

Johannes A. von Horrach dijo...

Artqwin, evidentemente (ya se dice an entregas anteriores de la saga ctónica) la dualidad masculino-femenino no se corresponde al 100% con la dualidad hombres-mujeres. Pero tengo tendencia a jugar un poco con eso, ya sabe, para darle más picante a la polémica. Hoy en día parece que es un pecado tremendo criticar en público a las mujeres. Ese tabú me gusta romperlo, aunque sea en este pequeño rinconcito de la blogosfera.

saludos

Al59 dijo...

Me se da, sin embargo, que la mayoría de los varones que practican la coyunda sin hembra usan su propia mano, antes que una muñeca hinchable, y quizá en preferencia a ésta. Sí es cierto, en cambio (y García Calvo habla con gracia de ello en un ensayo que le gustaría y hasta convendría, Horrach: El amor y los dos sexos), que los hombres suelen fantasear con hembras concretas mientras se faltan al respeto; GC sostiene (yo no sé si con razón) que la masturbación femenina es, si no siempre, más a menudo, ciega, sin otro referente que el coño y la mano o juguete mismos.

Antígona dijo...

Mira, Horrach, paso de cuando en cuando por aquí y por alguna suerte de extraña coincidencia -puedes creerlo o no- la mayoría de las veces que lo hago tienes algún nuevo post de la saga ctónica. Te recuerdo, no obstante, que hace no tanto te comenté en otro post que no pertenecía a la saga ctónica, sobre citas literarias y filosóficas.

Pero tranquilo, como veo que te irrita que comente en tu saga ctónica no volveré a hacerlo.

Un saludo

Johannes A. von Horrach dijo...

Alejandro, me apunto el libro de García Calvo, intentaré conseguirlo. ¿En qué editorial fue publicado?

Antígona, ande, no se haga la víctima, que tiene usted la piel muy finita, por lo que veo. Haga usted lo que quiera, pero conste que yo no le prohibo que escriba en este blog. Criticar sus aportaciones creo que sí es algo a lo que tengo derecho. Usted que es tan dada a criticar, no sabe encajarlas cuando las recibe. Usted misma.

saludos

Antígona dijo...

Bueno, Horrach, si revisas tu primera respuesta a mi comentario, te darás cuentas de que en ella no se contiene ninguna crítica a lo que digo. Y si sí está presente dicha crítica, haz el favor de señalármela, porque yo no la veo.

Lo que, sin embargo, sí se desprende de tu primer párrafo es lo que yo leo como una reacción de irritación al mero hecho de que comente. Algo que, en un blog como este, que se supone que, al menos en algunos de sus post, pretende invitar a la discusión y a la polémica, me resulta bastante incoherente, pero que respeto.

Y no, no me hago la víctima. Daba y doy por sentado que en ningún momento se me ha prohibido comentar en este blog, porque nada de eso se desprende ni de mis comentarios ni de tus respuesta. Sencillamente respeto tu irritación y opto, libremente, por no volver a provocarla. Son dos cosas muy distintas.

Y ésta sí seran ya mis últimas palabras.

Un saludo

Johannes A. von Horrach dijo...

A ver, es cierto que, en ocasiones, explícitamente se promueve en este blog la discusión y tal. Y luego, también, servidor irrumpe repartiendo algo de caña a las opiniones de algunos de los participantes (a usted concretamente lo que le reprocho no es que intervenga ni su tono o contenidos, sino que casi siempre sólo lo haga en unas entradas concretas). ¿Eso es una incoherencia? No lo veo así: yo tengo en este blog dos roles, uno, el del que escribe las entradas, y otro, el que comenta. Parece lo mismo, pero no lo es, porque en muchos blogs el que escribe las entradas no participa en lo que se dice en él. Yo, al contrario, quiero participar, pero con las mismos elementos que tiene todo aquel que desee participar, como es el de ser algo duro en ocasiones. Doy caña, pero también a mí me la dan, sin censuras ni nada, cada uno se retrata con lo que dice. Y llorar también se puede hacer.

saludos

Anónimo dijo...

Tu saga ctónica, y los comentarios que haces en la misma, no están a la altura de tus otros escritos. Es curioso pero lo más interesante de la serie ctónica eran precisamente los comentarios de Antígona.

Al59 dijo...

GC lleva años publicando sólo en Lucina, una editorial familiar que fundó en los 80. Por desgracia, este libro en concreto parece que está agotado. Pero se encuentra sin mucho problema de segunda mano: en el Galeón, por ejemplo (9 eurillos).

Johannes A. von Horrach dijo...

Gracias de nuevo, Alejandro, me lo apunto en la lista de la compra.

Lectora dijo...

Es interesante la exposición, sí parece contradecirse con la general idea de que las mujeres en su mayoría somos más sentimentales que los hombres en cuanto al sexo se refiere.
Y como considero esa máxima bien cierta debe tratarse de una aparente contradicción.
Creo Horrach que los hombres por su situación anatómica tienen bastante fácil autosatisfacerse, las mujeres no tanto, he ahí la explicación.
Es decir que yo no pondría en el mismo nivel consolador y muñeca hinchable, el nivel 1 es mano-consolador, el nivel 2 es muñecahinchable-compañero sexual ocasional, el nivel 3 meretrices-compañero sexual ocasional.
Dese usted por revolcado, en el cieno me refiero, no se haga ilusiones talámicas.

Debo decir que siendo nueva por aquí y aún conociendo poco la fauna del lugar estoy lamentando que Antígona haya optado por el mutismo pues me parecen sus aportaciones interesantes.
Antígona "haga usted un pensamiento" o piensa dejar a este especimen macho dictar sentencia sobre nuestro género sin rebatimiento?
Adviértole que yo misma concibo la dialéctica como una estratégica batalla donde es lícito lastimar al adversario aunque siempre con ciertas normas claro.
Acépteme entre sus filas de refuerzo y en fin, creame que entre los hombres más aparentemente misóginos que he conocido late en realidad un fervor considerable hacia el género femenino, lo que les pasa es que lo tienen tan idealizado que se mosquean porque las mujeres concretas les parecen demasiado lejanas para asemejarse a su diosa Mujer.
Mis respetos a usted y al Adversario.

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