miércoles, 31 de marzo de 2010

EL EXPEDIENTE GARTON ASH


El historiador y periodista británico Timothy Garton Ash se trasladó a vivir a Berlín cuando tenía 23 años, en 1978. Allí permaneció 3 temporadas, residiendo en la parte occidental las dos primeras, aunque pasando de vez en cuando a la oriental con autorización de las autoridades comunistas, e íntegramente en Berlín Este la última. Sus motivaciones eran de tipo intelectual, pues pretendía acabar su tesis doctoral (en Oxford) investigando en los archivos de la ciudad (en el Archivo del Estado Prusiano y en el Centro de Documentación de Berlín) la resistencia al nazismo en el interior de Alemania. Sin embargo, y aparentemente sin motivación alguna, Garton Ash fue expulsado a finales de 1980.

Nueve años después el Muro de Berlín fue derribado, uniéndose de nuevo lo que la franquicia del bloque soviético había separado décadas atrás. En 1992 se abren los archivos secretos de la ya finiquitada República Democrática Alemana (de niño yo siempre confundía a la Alemania comunista con la democrática. No entendía todavía los peculiares giros de la neolengua estalinista), lo que permite a Garton Ash llevar a cabo otra investigación y saldar un capítulo de su pasado: ¿Qué causas llevaron a las autoridades comunistas a expulsarlo del 'paraíso socialista'? Se presentó de nuevo en Berlín, en la Junta Federal de los archivos del Departamento de Seguridad del Estado. Un archivo que le correspondía le estaba esperando. Estaba fichado por la Stasi, que primero lo registró con un número, el 246816, y después bajo el nombre de 'Romeo'. Su expediente contaba nada menos que con 325 páginas (1) en las que diferentes individuos a sueldo de la Stasi daban cuenta de prácticamente todos los días de la vida de Garton Ash en Berlín. Allí estaba todo, un collage exhaustivo y con vocación paranoica: informes de vigilancia diarios, fotocopias de artículos que Garton Ash escribió sobre Polonia, copias de sus notas y documentos fotocopiadas en registros secretos de la policía, etc. Lo más sorprendente y traumático: que algunos de los informadores habían sido amigos suyos. Él confió en esos amigos, los trató con cariño, les dedicó su tiempo, mientras que ellos ponían su vida en peligro. Por supuesto Garton Ash no pretendía acabar con el sistema comunista, no era un espía inglés, sólo trabajaba en su tesis, aunque parece que incurrió en pecados que la RDA no podía dejar pasar: "una actitud burguesa liberal y una falta de compromiso con la clase trabajadora".

En la RDA, como buen estado policial que fue, todo estaba controlado por el poder, en éxtasis permanente de celo. Pero el poder se expresaba en cada esquina, en cada rincón de la sociedad. El primer mandamiento de una dictadura comunista consiste en destruir la autonomía de la sociedad civil. De hecho, el miedo estaba totalmente generalizado porque cualquier persona podía ser un espía de la Stasi, y cuando digo cualquiera es cualquiera. Tu padre, tu hijo, tu mujer... La primera esposa del actor Ulrich Muhe informó durante los 6 años de matrimonio. Una activista política, Vera Wollenberger, descubrió al leer su expediente que su propio marido la había espiado desde el mismo momento de conocerse. O el escritor Hans Joachim Schädlich, cuyo hermano también era agente de la Stasi. Garton Ash tuvo suerte, pudo abandonar Berlín sin problemas serios, aunque muchos otros fueron menos afortunados.

Aunque equivalente a las Gestapo en métodos e intenciones, la Stasi sigue siendo escasamente conocida en España, sobre todo entre las nuevas generaciones. No se puede criticar u odiar lo que no se conoce, buena táctica. Pero fue un inmenso ejército de vigilancia (también de 'intravigilancia', pues la labor de muchos espías consistía básicamente en controlar a otros espías), apoyado por una imaginativa parafernalia tecnológica (2), que llevaba su labor hasta los extremos más minuciosos. Ya he dicho que el sistema de delaciones y sospechas se infiltraba en todos los sectores de la sociedad, y en este sentido los datos impresionan: en 1988, el Ministerio de Seguridad del Estado contaba nada menos que con 170.000 'colaboradores no oficiales'. Es decir, que uno de cada cincuenta adultos de la Alemania comunista tenía vínculos directos con la Stasi. En realidad, la Alemania de Honecker se parecía terriblemente a la Alemania de Hitler, como el imperialismo destructor del estalinismo era análogo al hitleriano, aunque sea un terreno común de nuestra realidad establecer diferencias entre ambos de modo que el primero nunca sea totalmente condenado.

Hace unos pocos años la película La vida de los otros retrataba a uno de esos espías, aunque añadía un detalle de ciencia ficción: en la película, el espía (interpretado por Muhe, precisamente) se arrepentía. Pero, como señaló en las fechas de su estreno la encargada de los archivos de la propia Stasi, Marianne Birthler, nunca se ha dado el caso de un espía de la Stasi arrepentido. También hay que tener en cuenta que, como buen sistema totalitario, las prohibiciones en la RDA eran muy imaginativas: uno no podía casarse sin la aprobación del ministerio; tampoco podías comprar una casa sin autorización; viajar al extranjero estaba sometido a permisos, por supuesto; incluso se prohibían cosas como dejarse barba...

Garton Ash cuenta esto y más cosas en un libro esencial para saber lo que nos depararía ese 'otro mundo posible' al que jalean no pocos publicistas del totalitarismo mesiánico. Está publicado en Tusquets (1999. El original es dos años anterior) y se titula El expediente. Una historia personal.

(1) Hay expedientes más voluminosos que otros. Por una parte, el del escritor Jürgen Fuchs cuenta con 30 páginas, mientras que el expediente del cantante Wolf Biermann tiene nada menos que 40.000.
(2) La Stasi era capaz de esconder micrófonos en cualquier lugar. Por ejemplo, llegó a intervenir todos los teléfonos de Berlín Oeste.

(artículo publicado en el NICKJOURNAL)

sábado, 27 de marzo de 2010

EL ESTILO TRASCENDENTAL


El estilo trascendental del cineasta Robert Bresson representado en una única y extraordinaria secuencia de Pickpocket (1959). El grupo de ladrones trabajando en la estación de trenes (la parisina Gare du Lyon), bajo unos códigos sutiles, de precisión sobrenatural. Miradas hábiles y gestos entrenados que milimétricamente recorren los delicados meandros del hurto. En el mecanismo de signos encadenados se opera la transfiguración. La colisión del montaje. La materia se evapora bajo la coreografía casi mística de esas manos rápidas que reordenan el mundo. Silencio y velocidad. El misterio de las formas en espiral.

martes, 23 de marzo de 2010

EL RECHAZO DE LA MUERTE


Ayer lunes aparecía en las páginas de El País un artículo que nos desvela la manera en que nos relacionamos con la muerte en España. Titulado Si hay que morir, mejor saberlo, el texto trata del desconocimiento con el que un enfermo terminal de cáncer acostumbra a afrontar su enfermedad en nuestro país. Y digo desconocimiento, y esto es lo más destacable y discutible del asunto, porque resulta que nada menos que en el 90 % aproximadamente de los casos la familia 'blinda' al paciente, no transmitiéndole el verdadero estado en el que se encuentra. Lo que suele suceder es que un enfermo de cáncer sepa que se está muriendo únicamente en las etapas finales de su enfermedad. La familias que incurren en estas prácticas se justifican apelando al buenismo paternalista, ese pathos que nos devora: mienten por una buena causa, para evitar teóricamente sufrimientos. La consecuencia es que el individuo en cuestión no puede afrontar su relación inmediata con la muerte de una manera abierta. Estas prácticas se dan a pesar de que existe una ley (Ley de Autonomía del Paciente, de 2002) que privilegia la información directa que recibe el paciente, pero en la práctica muchos médicos informan sólo a la familia, y ésta se erige en el muro infranqueable que separa al enfermo del conocimiento de la verdad. Un detalle curioso: estas prácticas paternalistas son habituales en países latinos, no así en los anglosajones.

Esta situación me parece muy paradigmática de una mentalidad muy extendida en España, que consiste en un alejamiento de la realidad y una falta de valentía a la hora de afrontar los problemas. Rechazo a la realidad que es, en esencia, un rechazo a la propia muerte. De este rechazo a la muerte habla precisamente Maurice Blanchot en La conversación infinita (Arena, 2008), obra en el que se encuentra enfrascado el CRIPCON, grupo de investigación de la UIB en el que me incluyo y que dirige Juan Luis Vermal (y con la participación estelar del Rabino Satánico). Para Blanchot se trataría de "el gran rechazo", que en principio se da en cualquier tipo de discurso (entendido como aquel cuya clausura del sentido entiende la verdad como certeza), ya sea religioso, político o filosófico, y que tiene una clara vocación edificante y una ingenua concepción de la verdad. Pero la muerte es el gran vacío, el abismo en el que no puede arraigar ningún sentido salvador, es una "nada que lo disuelve todo" (Blanchot, 43), un límite insuperable cuyo impacto en la conciencia humana ha sido histórica y culturalmente esencial. Sin conciencia de la muerte no habría especie humana tal y como hoy la conocemos.

Sin embargo, la forma habitual del hombre para afrontar la muerte ha sido la transfiguración de la misma, un proceso edificante que nos ha permitido eludir el espacio de angustia que la conciencia de la muerte abre en nosotros idealizándola, desnaturalizando su negatividad intrínseca para trocarla en poder positivo: la muerte se priva de sí misma y "ya no es la disolución inmediata en donde todo desaparece sin pensamiento, sino esta muerte famosa que es el comienzo de la vida del espíritu" (p. 44). Se clausura el enigma de la muerte para disfrazarla de aquello que no es: principio trascendental, apertura a la auténtica vida, camino abierto a la luz y la verdad, poder de dominio y de conquista.

Pero en el caso del reportaje de El País, lo que se percibe es que no hay ni transfiguración alguna, sino simplemente un rechazo directo y descarado a entablar ningún tipo de relación con la muerte. Al menos en lo analizado por Blanchot hay una relación con el memento mori, aunque sea falsa de raíz, pero en nuestra sociedad parece que se ha suprimido la relación misma. En estos casos, propios de nuestra mentalidad actual, la muerte no es ya principio trascendental, sino pura y simplemente aquello que no nos implica y en lo que no hay que reflexionar en absoluto. La muerte es el gran tabú y en consecuencia no se afronta como tal, sino que se elude olímpicamente, tal vez con la idea de así poder escapar al aguijón de su devastadora naturaleza.

jueves, 18 de marzo de 2010

ALEX CHILTON HA MUERTO



Sigue la epidemia de muertes que se ha desencadenado en el mundo de la música pop-rock estos últimos meses: a Rowland S. Howard, Vic Chesnutt y Mark Linkous ahora les acaba de seguir Alex Chilton, quien nunca fue un músico de masas pero que siempre contó con un sólido prestigio (también en este subsuelo). Creador del célebre The letter con sus Box Tops, tuvo su apogeo con el proyecto de Big Star, aunque su mejor album, a mi juicio, fue aquel experimento que creó junto a Alan Vega (Suicide) y Ben Vaughn, Cubist blues. Grabado a oscuras en un estudio de Nueva York en 1994 (el disco fue editado dos años más tarde), siguiendo los principios de creatividad improvisadora que guiaron los pasos del cineasta John Cassavettes, cuenta con piezas memorables, como Fat city, que aquí dejo (todos los títulos de las canciones se inspiraban en películas, en este caso el retrato de un boxeador perdedor que realizara en 1972 John Huston). Ojo al psicótico desmadre vocal de Vega, sobre una repetitiva base rítmica, punteada por Chilton a la guitarra y Vaughn al bajo. "Cool Alex!".

viernes, 12 de marzo de 2010

MÚSICA DEL SUBSUELO (27). CANTOS SACRIFICIALES

Tercera entrada (las anteriores: una y dos) sobre Michael Gira (Los Angeles, 1954), uno de los pilares de mi mundo subsuelítico. Antes con Swans y ahora con The Angels of Light, Gira mantiene su vocación enfermiza de sacerdote de lo sacrificial, de psiconauta de la visceralidad humana. Sus letras se decantan por el pathos expiatorio, la música es incómoda y agónica, los temas se fundamentan en el dominio y la violencia. Pero la idea no consiste en festejar la oscuridad, sino en conjurarla de forma apotropaica, alcanzando todos los rincones para arrancar la verdad de su silencio. No se escapa a lo peor entregándose a mentiras edificantes.





martes, 9 de marzo de 2010

MI VIDA CON GIRARD

Julio del 2005. Dos de la madrugada en Schoenstatt, un elevado y remoto lugar de Alemania, cerca de Koblenz (la antigua Coblenza). En la imagen aparece, más o menos en el centro, René Girard con su copita en alto, a medio metro de un servidor (con gafas y perilla), extasiado por estar a la vera del Maestro (bueno, y también por cierta ingesta de cebada líquida). Noche dedicada a la fiesta tras todo un día de ponencias y comunicaciones exclusivamente dedicadas a la obra girardiana (se celebraba el congreso Mimetic Theory and the Imitation of the Divine, organizado por el COV&R). Al día siguiente nos esperaba un placentero paseo en barco por el Rin. En fin, ya se sabe lo sacrificada que es la vida de los congresos.

En la foto hay dos españoles más. El gran Cesáreo Bandera (el calvito de las gafas), un autor apreciable, que se dedica entre otras cosas a interpretar a Calderón y a Cervantes a través del filtro de las tesis girardianas, y que vive (o vivía en esa época) entre Málaga y Carolina del Norte, en cuya universidad lleva más de cuatro décadas impartiendo sus conocimientos. El otro español es Carlos Valencia, ex-alumno de Bandera en la citada universidad (y creo que ahora profesor), un tipo muy majo e insultantemente alto: ¡dos metros! A Carlos, que aparece en la fotografía justo detrás de mí, precisamente le debo haber conseguido esta fotografía, la única que tengo junto a Girard. El chaval del primer plano era un joven prodigio de Gante, un chico neerlandés que igual presentaba una ponencia sobre Girard o nos amenizaba las veladas en Schoenstatt tocando a Mozart al piano. Un fuera de serie. El del pelo blanco era Mr Cooper, un predicador tejano obsesionado con Satanás. No recuerdo quién era la mujer que asoma tras el predicador, pero da un poco de miedo.

Una pena que no aparezcan el inglés James Allison o el colombiano Roberto Solarte, tipos entrañables que me ayudaron mucho, sobre todo James. Si no fuera por él, que me recogió en el aeropuerto de Frankfurt, todavía estaría dando vueltas por Alemania buscando dónde caía Schoenstatt. O Pasquale Morabito, un italiano divertidísimo que realizaba su tesis con Maria Stella Barberi (una siciliana de armas tomar a la que yo llamaba 'La Comandante Barberi'). A Pasquale y a mí nos estuvo persiguiendo esos días un profesor francés (incluso en plena travesía por el Rin) que le había cogido cierto cariño a nuestros jóvenes culos. Nosotros preferíamos a una maltesa-canadiense muy sugerente, pero ella le hacía más caso al francés.

miércoles, 3 de marzo de 2010

EL SUICIDIO SALE DEL SUBSUELO


Sorpresón informativo: el suicidio va saliendo progresivamente de las catacumbas. Tras el habitual y minucioso ninguneo mediático (de esencia paradójica: se prohíbe hablar de suicidios por su peligroso potencial de contagio mimético, pero aparecen noticias de suicidios vips), me sorprende que al fin informaciones serias sobre la autolisis emerjan en primera página. Ayer mismo los principales periódicos españoles abrían sus ediciones digitales con lo nunca visto: ¡una noticia que se refería el número de sucidas en España en 2008! Concretamente su ascensión en el Top de muertes:


La noticia en sí, dejando de lado el reconocimiento de un problema que se había reprimido ostensiblemente, es importante: el año 2008 el suicidio se convirtió en la primera causa de muerte no natural en nuestro país. Nada menos que 3.421 personas decidieron recurrir a la muerte voluntaria. De todas maneras, estas cifras son muy similares a las de otros años (este año computado la cifra ha aumentado un 5 % con respecto a 2007). Lo que ha cambiado en el 2008 tiene que ver con una clara reducción (del orden del 20 %) del número de muertes por accidente de tráfico, lo que ha permitido al suicidio una mayor visibilidad mediática (ya veremos si a partir de ahora se mantiene, y si también esa visibilidad se amplía a la sociedad y la política). Otro dato interesante, al que ya me he referido en alguna ocasión: el suicidio (efectivo) sigue siendo un fenómeno eminentemente masculino. El 79'3 % de nuestros suicidas son del género al que nuestra ministra de Igualdad gusta de criminalizar. Lo curioso es que ellas lo intentan más...

Una de las secciones que más apreciaba un servidor del extinto Factual-F5 era aquella que, dirigida por Braulio García Jaén, analizaba el fenómeno del suicidio. La escasa duración del periódico no permitió que la saga adquiriera sustancia, pero desde luego se trataba de un experimento insólito en España, este país tan edificante que prefiere vivir de espaldas a determinados problemas.

Permítanme la autocita, pero como esto del suicidio me apasiona (tanto en su vertiente individual autopunitiva como en la social), he escrito algunas cosas al respecto que, tal vez, puedan interesar a alguien:



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