lunes, 12 de julio de 2010

QUÉ PASA CON SREBRENICA


Ayer domingo se cumplieron 15 años de la masacre de Srebrenica (es decir, del asesinato de más de 8.000 musulmanes bosnios a manos de las fuerzas del ejército serbo-bosnio dirigido por el general Mladic), y sigue llamándome la atención la frialdad y el silencio en el que transcurre el recuerdo de este genocidio que es el crimen más cruento sucedido en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. A cada aniversario sucede la más absoluta indiferencia, o incluso el rechazo más repugnante (la miserable FIFA se ha negado a que ayer se guardara un minuto de silencio en memoria de los asesinados en la final del Mundial). Mientras, todavía hoy se sigue dando sepultura a cientos de cadáveres en el centro memorial de Potocari.

Hoy en día, en que el victimismo y el resentimiento son los sentimientos más practicados en nuestro mundo, cresulta paradójico que casos como el de Srebrenica no provoquen la solidaridad de nuestros intelectuales o los llamados 'nuevos movimientos sociales'. Hemos llegado a un extremo en el que todo nos parece 'genocidio' (como señalaba anteayer Muñoz Molina en su artículo Holocaustos para todos) salvo los verdaderos crímenes sistemáticos encaminados a una limpieza étnica (traté de explicar esta situación en una de las primeras entradas del blog: La construcción de la moral occidental).

De Srebrenica no se habla y sólo aparece tímidamente en los medios en estas concretas fechas de aniversario, salvadas por homenajes puramente institucionales. La sociedad europea, tan pronta al exaltamiento con respecto a otras causas, se mantiene totalmente al margen. Qué contraste con el caso de Sabra y Chatila, que periódicamente es recordado (y manipulado, olvidando convenientemente que los asesinatos los llevaron a cabo las falanges maronitas de Eli Hobeika) en nuestros medios de comunicación. Analizando los datos, vemos que el número de víctimas bosnias fue muy superior al de palestinas, y además Srebrenica nos queda mucho más cerca que el Líbano, es parte de la Europa en que vivimos. Pero lo decisivo para que un caso se recuerde y el otro se olvide lo encontramos en la identidad del victimario: mientras que a los serbios (o serbo-bosnios) no los tenemos incluidos en nuestra categoría cultural-ideológica de 'culpable', sí sucede con los judíos y el estado de Israel. Por tanto, no es la identidad de la víctima ni su situación objetiva la que nos mueve a compasión y, en consecuencia, a la exigencia de justicia, sino la del verdugo. Y si no, pregúntense dónde queda la solidaridad europea con los kurdos, chechenos o los mismos musulmanes bosnios. No existe, simplemente porque sus verdugos son turcos, iraníes, iraquíes, sirios, serbios o rusos. El Mal, en nuestra particular película de 'etnocentrismo al revés', únicamente viene representado por los norteamericanos, Israel y la Europa conservadora, y más allá de esa esfera no hay más que un escalofriante vacío moral.

9 comentarios:

J. M. Beroy dijo...

No solo por eso, sino por la misma circunstancia en que se produjo la matanza. Era previsible que las fuerzas serbias terminaran acorralando a los refugiados en Srebenica. Y el problema es que las fuerzas holandesas que supuestamente debían interponerse no lo hicieron. Superados en número, faltos de munición o por lo que fuera, permitieron actuar a los serbios. Y aún peor: los ataques aéreos que solicitaron los holandeses se ahogaron en la ridícula cadena de mando, que obligaba a obtener 5 aprobaciones de altos mandos de la ONU para ejercer la fuerza contra los serbios. No es la primera vez que la ONU demuestra su absoluta inutilidad y su parcialidad: hutus contra tutsis, Sudán... No es de extrañar que los que tanto gustan de alabar a la ONU en ciertas ocasiones pasen de puntillas sobre estas incómodas verdades.
Un saludo.

Johannes A. von Horrach dijo...

Ésa es otra: el papelón que jugó la ONU en la masacre (recordemos: con el prestigiado Kofi Annan a la cabeza). Y no es el único caso, que conste.

Ahora bien, lo del olvido social del genocidio me llama más la atención. Como digo en la entrada: nos pasamos el día inmersos en discusiones estúpidas sobre supuestos y delirantes 'genocidios' (ej: el caso que cita Muñoz Molina), y el peor producido en Europa en 65 años pasa de puntillas por nuestra fungolera actualidad.

saludos

navarth dijo...

Buenas tardes Horrach. Como verá, estoy en una entrada antigua, pero es que me estoy poniendo al día. Sobre Srebrenica, quizás le interese esta entrada que publicó un conocido. Fíjese, por favor, en la foto final. Saludos.

Johannes A. von Horrach dijo...

Gracias, Navarth. No conocía el blog pero sí la infame fotografía. Años después de investigó el papelón que jugaron en la masacre las fuerzas holandesas y el señor Kofi Annan. Para todos aquellos que siempre ponderan la necesidad de la ONU este tipo de cosas nunca son objeto de consideración.

abrazos

navarth dijo...

Debo confesarle que el blog era yo. Saludos.

navarth dijo...

Muy interesante Horrach. Como dice, lo decisivo no es la identidad de la víctima sino la del verdugo. De hecho, en caso de existir afinidad ideológica con éste, la disonancia se ajustará haciendo brotar sospechas sobre las víctimas. “Algo habrá hecho”, se decía de los asesinados por ETA.

Juan dijo...

Correcta descripción de la moral occidental.

J L C dijo...

Hace dos dos meses estuve interesado en los eventos de la Guerra de Yugoslavia, cuando me dí cuenta de lo vergonzoso que era y la crueldad que se había desarrollado en esa guerra me sorprendió su ausencia tanto en los libros de historia como en los medios de comunicación.

Se necesitan artículos como este que reflexionen sobre el pasado, para que más personas puedan acceder a este tipo de información en Internet, ya que en otros medios de comunicación no se encuentran.

Johannes A. von Horrach dijo...

Gracias, José, es usted muy amable. Lo cierto es que me llama mucho la atención el silencio (mediático, social, etc.) sobre las masacres de la ex-Yugoslavia. Todos los años nos acordamos de Sabra y Chatila, pero de Srebrenica, con bastantes más asesinados, y en pleno territorio europeo, poca cosa.

saludos

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