jueves, 21 de abril de 2011
martes, 12 de abril de 2011
LA MIRADA MÁS ALLÁ DE LA FORMA
Antoni Tàpies
"Buena parte de la plástica del último siglo puede entenderse como un intento de escaparse de la forma, de diluirla, de acceder a algo más primigenio. Si se deja deslizar la visión a la vez más allá y más acá, donde las cosas aún no lo son o ya han dejado de serlo, se diluye la pretendida naturalidad del enfrentamiento entre el yo y el mundo, dando lugar a un nuevo espacio. Espacio sin límites, que continuamente se desborda. El espacio se vuelve cósmico y abismal, sin lugares de apoyo, en una peculiar oscilación, o casi indistinción, entre la serenidad y la amenaza. Experiencia de lo elemental. Como si una vez transitado por ese punto de no retorno, se presentara otra vez, transfigurada, la multiplicidad del mundo".
Juan Luis Vermal
domingo, 3 de abril de 2011
VOCABULARIO (26): ESQUIZOFRENIA
Dividir, escindir, quebrar, hendir, romper, etc. Trastorno de la conciencia, desdoblamiento de la psique. Esto sentencia la definición esquizofrénica. Pero surgen las dudas cuando consideramos que la conciencia no se produce más que en la división, a partir de la separación e identificación de dos planos separados. Si el esquizofrénico divide su ser, tal vez se deba a que en su experiencia de lo real no encuentra la clave que lo adapte a la división cotidiana y general de la conciencia.
No soy psiquiatra ni experto en el tema, pero leo interesado lo que dos profesionales del gremio van explicando en El misterio de nuestro mundo de René Girard. Se trata de sus dos interlocutores a lo largo de todo el libro, Jean-Michel Oughourlian y Guy Lefort, que sólo en este punto toman el mando para ser ellos los que capitalicen el discurso. El ser del hombre parece huir de la indiferenciación, buscando la división, el entramado de lo dual, una identidad más o menos blindada, una separación fija. Es, por tanto, la unidad que ahoga la que lo conduce a proyectar su propia dualidad. No sería éste un caso de caída fuera de la estructura de la normalidad, sino la más fiel profundización en la misma; no hay regreso hacia un subconsciente unificador y extrahumano, sino hundimiento en la norma del ser del hombre, en la regla que fundamenta todo su universo (pensamiento, instituciones, etc.). Lo que se suele percibir, desde fuera, como una perturbadora desestructuración, no es más que el deseo de estructuración más fundamental, el ansia por la otredad desarrollado a partir de la más espectral fuerza imaginativa de la mente. La lógica de la escisión, la necesidad de la diferencia, de la alteridad, siempre en los dos casos, aunque formalizado de manera distinta. El bicho esquizo siempre presente, unas veces designado por lo general, otras elaborado por lo propio, es el mediador del yo, el modelo que dirige sus pasos, en un proceso de construcción hacia no se sabe donde.
Algunos de estos bichos se heredan. Jodorowsky heredó el suyo, 'el Rebe', personaje que nació de la esquizofrenia de su abuelo paterno, un extraño y bondadoso judío ruso emigrado a Chile. Él era huérfano y creó el Rebe (de nuevo, la unidad blindada, la soledad angustiosa que promueve la escisión del sí mismo), después se lo pasó a su hijo y de éste lo heredó el nieto, Jodo. Su padre le dijo: "El Rebe te educará". Le enseñó a leer a los 5 años, fue su mentor interior y sigue con él hasta hoy. Una buena muestra de esa especial relación podemos apreciarla en el video de arriba.
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