lunes, 2 de diciembre de 2013

HOMBRE DE PAJA


 (publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

Hace unos días, Eduardo Jordá señalaba toda una serie de fantasías delirantes que se cree muchísima gente, sin fisura alguna: que Hitler sobrevivió a la guerra, la CIA inventó el sida y creó Facebook, el Vaticano mató a John Lennon y Scotland Yard a Lady Di, etc. La creencia en disparates no es algo exclusivo de épocas oscuras, teñidas de fervor religioso, sino que invade de pleno nuestra moderna realidad cibernética. Basta pasearse por las redes sociales para ver cómo se aceptan informaciones chocantes de forma automática, sin tomarse la mínima molestia de comprobarlas. La inmediatez acucia de tal manera que no tenemos tiempo más que para engordar nuestras cóleras y obsesiones. Los llamados fakes son la excusa para dar rienda suelta a nuestro populismo más irredento, aquel que nos convierte en turba que no razona ni contrasta.
Estos fenómenos nos conducen al terreno de la falacia más recurrente en momentos de confrontación, como es la del hombre de paja, que consiste en el intento de desfigurar los argumentos o intenciones del adversario para así facilitar un ataque a su posición. Si la falacia ya de por sí es un terreno en el que se vive acogedoramente, porque permite asentar las torceduras de nuestra mala fe, en este caso se alcanza su grado máximo, pues nos regala el lujo de inventarnos el rostro de nuestro oponente, dejándolo a merced de una condena fulminante. La premisa es tribal, porque deformando al otro permitimos que nuestros principios se reafirmen con la violencia que excluye toda reflexividad o debate.
Ejemplos hay muchos, a todos los niveles, pero el más chocante y reciente, en Mallorca, es el que se refiere a la nueva fundación Jaume III, que se presentó hace dos semanas. Para alguien, como es mi caso, que sabe exactamente qué pretende dicha entidad, porque conoce a sus dos principales impulsores (Joan Font y Xavier Pericay), asombra leer las acusaciones que se le están dirigiendo en ciertos ámbitos. Estamos ante una falacia del hombre de paja de manual, porque se grita histéricamente “¡gonellisme!”, cuando la fundación admite claramente que el mallorquín es un dialecto del catalán, o que se trata de unos “defensors del monolongüisme castellanista”, siendo Font y Pericay bilingües que tienen al catalán como lengua materna. En fin, un cúmulo de despropósitos que no tiene otro objetivo que intentar, con malas artes, obstaculizar un debate interesante y necesario sobre la cuestión lingüística (concretamente sobre una riqueza léxica arrinconada por la aplicación excesiva del estandard catalán), demonizando a sus antagonistas con los ropajes de la mentira y la difamación. “Ave hombre de paja, morituri te salutant”.

3 comentarios:

Rothbard dijo...

Como siempre, tienes mucha razón. Me pregunto si hay una denominación en latín para "la falacia del hombre de paja". Suele haberlo, ¿no?

Gracias.

Anónimo dijo...

"Castellaniste" és amb -a: "castellanista".

Johannes A. von Horrach dijo...

Rothbard, no me consta que esta falacia tenga nombre equivalente en latín. Imagino que se debe a su concepción moderna.

Anónimo, gracias, se me había pasado, ahora lo corrijo.

saludos

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