lunes, 17 de marzo de 2014

DISIDENCIAS

 (artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

 No todas las semanas se le ocurre a uno un tema sobre el que pontificar. Por falta de temas a veces, pero sobre todo por escasa inspiración. Hasta ahora no me había dado cuenta de que mis artículos, desde que escribo semanalmente en EL MUNDO (8 meses), son casi todos temáticos, como si me dedicara a escribir acusadoras microtesis de la actualidad. Creo que sólo en el primero, dedicado a las mortificaciones caniculares del verano, fui dando saltos de un tema al otro. Hoy tocan saltos. La semana pasada me paseé por la Semana del Llibre en Català buscando alguna cosa de Jaume Pomar o Andreu Vidal. Lo que me sorprendió es no encontrar entre los apretados stands libros de disidentes: nada de Pericay, nada de Ferran Toutain (y eso que se publicó hace poco su brillante ensayo Imitació de l'home), y muy poco de Pla. Tampoco estaban los mejores libros que sobre Mossèn Alcover ha escrito Maria Pilar Perea, la única especialista que no trata de ocultar la faceta menos reverenciada (por parte del catalanismo) de Alcover, la de apasionado defensor de las variantes dialectales.
Tal vez sea un apasionado de la disidencia, porque a pocos se les ocurriría dedicarse a defender a Martin Heidegger de las acusaciones de nazi, y menos en un acogedor cineforum dedicado a la Hannah Arendt de Von Trotta. O más bien, y esa es la verdadera cuestión, de las incursiones en su depurada prosa filosófica de una ideología hitleriana. Cuesta hacer entender que una persona pueda ser un grandísimo cabronazo y sin embargo un genio en una faceta creativa determinada, sin que los dos ámbitos se toquen. Pero a los filósofos se les hacen las cuentas con especial celo porque, si es un terreno común ensuciar la obra de Heidegger de nazismo, pocos consideran que la pintura de Picasso estuviera afectada por su hijoputez o por su estalinismo. La pintura, sólo faltaría, siempre ha tenido mejor prensa que la metafísica, imagino que por el sueldo, tan opuesto, que se llevan unos y otros. El caso es que los pensadores son los culpables de todo: Platón y Hegel de los gulags, Kant de los crímenes de Eichmann, Nietzsche del nazismo y, finalmente, toda la posmodernidad de los desmadres de nuestra sociedad actual. De hecho, ningún filósofo es nadie si un texto suyo no ha sido utilizado como influencia en algún crimen o genocidio. La consagración sigue sus caminos inescrutables.
Al final de la semana descubro que alguien quiere matarme. Una mano supuestamente amiga me ofrece una entrada para Los Miserables. Sin duda, se trata de una conjura para matarme de aburrimiento. Detesto los musicales.

1 comentario:

Johannes A. von Horrach dijo...

Antes de que algún cinéfilo me acuse de plagio, hay que decir que las líneas finales son un homenaje a 'La vida privada de Sherlock Holmes'.

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