lunes, 21 de abril de 2014

DE CONDE A SERRA

 

  (artículo publicado en El Mundo-El Día de Baleares)

La vida de Mario Conde podría haberla escrito Eurípides o Sófocles. O si acaso un guionista de la HBO. Su experiencia de ascensión y caída incluyó los ingredientes indispensables de la tragedia griega, con especial mención a la hybris, el castigo de los dioses contra aquellos que confían en no caer jamás de las alturas celestes. Conde venía de una familia modesta y, gracias a su talento para el estudio, fue ascendiendo imparablemente en la escala social, sobre todo desde el momento preciso en que conoció a Juan Abelló, junto al cual se hizo millonario vendiendo Antibióticos S.A. a la multinacional Montedison. Incluso los que en aquella época todavía éramos muy jóvenes, recordamos los giros del destino que se conjugaron para poder llegar al timón de Banesto, con la oposición del gobierno de Felipez González, aliado con el ex-ministro franquista López de Letona. El gobernador del Banco de España de entonces, Mariano Rubio, se obsesionó con expulsar del sistema bancario a aquel joven ambicioso. No pudieron, sino que al final redimensionaron su importancia como figura pública. Pero sí alcanzaron a su víctima cuando parecía que ésta iba a aterrizar en el mundo de la política. La fama de Conde en ese momento era arrolladora, absoluta, y sus límites parecían incalculables. González le temía como adversario, pero también Aznar, que no deseaba perder su puesto de líder (sin carisma) de la derecha. Justo cuando parecía a punto de alcanzar el poder total, Conde fue destruido completamente: Banesto intervenido y él condenado a 14 años de prisión. Al salir, su mujer falleció de un tumor cerebral. El ascenso fue luminoso y la caída fulminante, como marcan los cánones. Estoy seguro de que el listo de esta historia fue Abelló, menos expuesto por voluntad propia a la voracidad de los medios. En cambio, Conde se exhibió demasiado, alardeando peligrosamente de su carisma. Abelló, más cauto, salvó los muebles y ahí sigue, en el centro de la aristocracia del dinero.
Es sorprendente que con las irregularidades enormes que se han visto estos años en la banca española, prácticamente sólo Conde acabara en la cárcel. Más si cabe teniendo en cuenta el periplo bancario de su liquidador, el entonces vicepresidente Narcís Serra. Porque la gestión de éste en Caixa Catalunya, una de las peores cajas de ahorros de España (que ya es decir), ha sido deleznable. Sin embargo, el sistema político-bancario que en 1993 trituró a Conde, ahora salva la gestión nefasta de Serra con una inyección de 13.500 millones públicos. Serra no acabará en la cárcel, por supuesto, y a buen seguro seguiremos viéndolo por Deià cada verano, como si nada hubiera pasado.

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