lunes, 19 de mayo de 2014

DE BRIGHTON A BRUSELAS


(publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

Tras unos días en Brighton y Londres, mis intuiciones de que en Inglaterra se aplican unos códigos más evolucionados que aquí se han confirmado. En todos lados hay salvajes, pero la proporción allí la veo inferior. Punta Ballena no es la norma. Son tan formales y civilizados que hasta los autobuses te piden perdón (“Sorry, but I'm not in service”) por estar fuera de circulación. Esa labor alcanza la majestuosidad cuando asisto al Sussex-Durham de la liga inglesa de cricket. La austera liturgia de respeto, civilidad y parsimonia es tan depurada que se alcanza una especie de beatitud. Nadie grita, ni protesta o gesticula. Todo es maravillosamente tranquilo, envuelto en pulcro bienestar y gozo refinado. Ahora que estamos en campaña electoral, se me ocurre que si algún partido político se decidiera a introducir en sus estatutos o programas las normas y el espíritu del cricket, los conflictos y los abusos se reducirían sin duda al mínimo.
Luego, al regresar a España, te encuentras con el eterno pelotón de fusilamiento, esta vez en Twitter y Facebook, bramando en defensa del asesinato de políticos, cuando ni siquiera votarán en las Elecciones Europeas con más oferta de la historia. A propósito de estos comicios, no sorprende, ni que tengamos en cuenta en qué país sobrevivimos, que la mayoría de la población desconozca que se van a celebrar este domingo 25. Ni que los partidos, a excepción de UPyD, las afronten en reduccionista y egocéntrica clave interna. Llevamos la no resolución de nuestras lacras a exhibición adolescente, y hemos pasado de votar mayoritariamente cuando Europa nos suministraba dinero a rechazarla ahora como responsable de nuestros males.
A propósito de Brighton, no pude contestar al penúltimo artículo (9 mayo) de Ramón Aguiló Jr. Dejando de lado una extraña agresividad en su tono (cada vez más habitual en la familia Aguiló), paso a contestar una cuestión que planteaba. Reafirmo que en Canal Sur el castellano habitual es la modalidad andaluza, porque referirse a su Libro de Estilo no implica, como presume Aguiló, muy ufano, “ir a las fuentes”, porque si el texto dice una cosa pero luego se hace otra, como sucede, entonces es pura filfa, papel mojado, un brindis al sol. Es como si para valorar al comunismo, por ejemplo, dejáramos de lado la realidad siniestra de (todos) sus regímenes para exaltar los valores e ideales de Karl Marx. El estilo de Canal Sur se aprecia viendo sus emisiones, como se puede comprobar que en la televisión y el cine argentino no se usa un castellano español, diga lo que diga el lema de la Asociación de Academias de la Lengua Española.

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