lunes, 14 de julio de 2014

LA RADICALIZACIÓN DE LA UIB

 

  (artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

La prudencia, o su pariente la cobardía, acostumbra a dictar que cada movimiento debe adaptarse al espíritu de la época. Si reina la tensión, hay que tratar de ser cauto y avanzar lentamente. En cambio, superada la vorágine, toca arrollar y ganar terreno cuando la mayoría anda despistada y ocupada en otras cosas. La lógica moral, por contra, estimularía una dinámica opuesta: ser más radical en la época opresiva y razonable cuando las lanzas ya no están en alto. Pero en España no suele ser así. Basta ver lo que defendía el catalanismo durante la Transición y el extremo actual, cuando antes veníamos de una dictadura monolingüe y centralista y ahora vivimos en el Estado de la Autonomías, plurilingüe y descentralizado.
El Departamento de Filología Catalana de la UIB ha seguido este camino gradualista desde el inicio de la democracia hasta nuestros días. Hace poco este diario desvelaba una de las mutaciones de la UIB en materia lingüística. El profesor Joan Miralles reconoció en su momento la existencia de unas modalidades insulares que ahora, sin embargo, niega o restringe. Remontándonos un poco más atrás, a finales de los 80, nos encontramos con otro miembro de este departamento, Josep Grimalt, reconociendo una demanda que justificaría el actual cambio de criterio lingüístico de IB3: si un balear se dirige a un público balear, podría usar su modalidad correspondiente sin ningún problema. Ahora, este departamento rechaza que eso pueda ser así, exigiendo al ente autonómico la aplicación de un estandard de base barcelonesa.
Viendo el trabajo lingüístico ejecutado en IB3 hasta ahora por aquellos becarios seleccionados por la UIB, nos encontramos con que el peso del léxico propio de las Baleares es escaso. Por no hablar de un artículo salado tan demonizado en los últimos lustros que ha llegado a perder su uso incluso en el ámbito que le es teóricamente característico, como es el coloquial. Un tercer profesor de la UIB, Joan Melià, reconocía en una entrevista reciente en Canal 4 que se puede salar perfectamente en la circunstancia de un formato periodístico como aquel. Sin embargo, él no hizo uso del artículo en casi ningún momento. Dijo que “podríamos haber salado”, pero no saló. No quiso. Luego habló de la necesidad de “construir el idioma de los hijos”, olvidando el de los padres o abuelos, plasmación de esa estrategia cada vez más maximalista que pretende la imposición en todos los territorios que usan el catalán de una variante única que progresivamente vaya estrangulando la multiplicidad léxica, sintáctica y fonética del idioma. Es decir, la lengua entendida en clave uniformizadora como propedéutica de una unificación política.

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