lunes, 7 de julio de 2014

NOTICIONISMO


  (artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

Los insondables (o no tanto) caminos a través de los cuales un suceso se convierte en noticia relevante tienen su aquel. En noticia o en pasto de nuestro ejército de columnistas. El morbo sigue cotizando al alza, por eso lo acaecido esta semana en Magaluf resulta muy noticioso y, al parecer, alarmante, mientras que la muerte del Sant Joan de Ciutadella no interesa demasiado, cuando es algo que se temía desde hace tiempo. Y no me negarán que una muerte es más importante que una irlandesa felatriz en serie.
En política también nos encontramos con cuestiones que de repente se convierten en tema principal de nuestra actualidad. Por ejemplo, la de los aforamientos. Durante unos dos años UPyD ha bregado en la soledad más absoluta para que esta cuestión impresentable sea primero conocida por la ciudadanía y después suprimida por el Gobierno. Incluso llegó a presentar una iniciativa en el Parlamento, que fue saldada con los habituales desplantes y acusaciones propias de nuestro miserable modo de politiquear. Y, sin embargo, resulta que un tema que parecía no interesar a nadie, salvo a esos raritos de UPyD, se convierte en una preocupación generalizada y alarmante. Ahora todos están indignados con los Diez Mil Hijos del aforamiento, todos quieren suprimir este privilegio ya mismo. Lo más irritante, sin embargo, es que muchos de los que ahora se han puesto a la cabeza del antiaforamiento oculten con todo el descaro posible que UPyD fue el responsable de descubrir y plantear la cuestión.
Y de la misma manera que en ocasiones algún tema alcanza cierto estrellato mediático, aunque tarde un tiempo en cristalizarse, en otros casos nos encontramos con que no hay manera de dar relevancia a aquello que claramente lo merece. Me estoy refiriendo al precio de la gasolina en España, que acaba de subir considerablemente justo en el momento de inicio de la veraniega Operación Salida. Muchos creen erróneamente que la gasolina en España es barata, porque se limitan a comparar el precio total con otros países. Pero si quitamos la parte (bajísima) del importe que equivale a los impuestos, el precio puro está en cabeza. A nadie parece preocuparle que tengamos unos impuestos tan reducidos en este caso y que, por contra, el beneficio del sector sea tan elevado. Como tampoco importó demasiado que las petroleras bajaran precios los lunes de cada semana con el fin de engatusar a Bruselas haciendo creer que ese día (el fijado por Europa para tomar datos oficiales) reflejaba la tónica semanal. Algo huele a podrido en las gasolineras españolas y, ¡ojo!, nuestras queridas felaciones pueden estar jugando un papel estelar en este caso.

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