lunes, 27 de abril de 2015

VUELVA USTED MAÑANA, FRIQUI


(artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

De alguna manera abandonar la primera línea política, aunque sea en un partido extraparlamentario, supone una liberación personal. Lo digo porque ser portavoz y candidato de una formación acota mucho tu verdadera individualidad. Desde el mismo momento de la elección, uno se convierte en la cara de unas siglas y unos militantes, y en consecuencia debes adaptar tu aspecto y maneras a lo que se espera de ti. Para una persona normal, no hay mucho sufrimiento en la asunción de este rol, pero si eres un poco rarete, y creo que ese es mi caso, la incomodidad no se superó en 9 meses de desempeño. Lo hice lo mejor que pude, con una entrega que nadie puede discutirme, pero siempre me sentí como un alpinista por encima de los 7.000 metros. De esta manera, al dejar el cargo uno experimenta un gran alivio, en mi caso multiplicado por escapar al acoso mediático. Ya puedes recuperar públicamente tu personalidad escamoteada, ser tú mismo, sea eso bueno o malo. Sólo te representas a ti.
Al fin puedes hablar en tu Facebook de la revista Adiós, dedicada a los cementerios. O colgar fotos de calaveras y mandrágoras (espléndidas esculturas de Tomás Barceló). También puedes recuperar el plan de cambiarte el nombre, transformando Juan (que nadie te llama, ni siquiera tu madre) en Johannes, que llevas años utilizando y con el que incluso bautizaste tu único libro, Disecciones (Sloper, 2013). Quería acudir al Registro Civil a cambiármelo el pasado verano, pero mi nombramiento de portavoz de UPyD lo aplazó. Temí que pudiera verse como algo excesivamente friqui siendo candidato al Parlament. Ahora, que ya soy libre de nuevo, he vuelto a las andadas. Pero de momento nuestra legendaria y decimonónica burocracia me lo ha impedido. Ni llevando más pruebas de las seis exigidas de que has usado Johannes con un año mínimo de antigüedad, dos testigos o sacando a colación lo del libro. Nada. Pero no pienso desistir, aunque me vuelva (más) loco esta burocracia digna de una novela de Kafka y que hizo las delicias de Larra con su célebre Vuelva usted mañana. Vayan llamándome Johannes, porque tarde o temprano me saldré con la mía. Como que soy Johannes Horrach.

lunes, 20 de abril de 2015

ESPERPENTOS


(artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

Dado que él se despachó a gusto contra un servidor, hoy toca hablar del pequeño Ayatollah de las ondas. Concédanme el derecho a una pequeña vendetta. No creo que nadie, ni siquiera los que coinciden al detalle con sus postulados ideológicos, pueda considerar a Jiménez Losantos como una persona ponderada y rigurosa. Lo suyo es el griterío histriónico, el linchamiento verbal, el odio frenético. Incluso puede ser gracioso, pero siempre que no se considere la humanidad del agredido. La autocrítica nunca ha sido su fuerte, pues prefiere dedicar su infinito rencor a los que difieren de su doctrina o de él mismo, que son legión. Si a algo se parece su estilo es al de esos policías americanos que acribillan al primer negro que pasa, aunque estos al menos tienen el detalle posterior de sacar de la chaqueta del fiambre achicharrado su cartera.
Esta semana no sé si se ha superado, pero al menos me ha alcanzado de lleno. Si el lunes consideraba en EsRadio, sin datos reales ni ganas de contrastar la noticia, que quien escribe estas líneas era lo peor del chaqueterismo patrio, un bulto sospechoso al que es preciso humillar ante toda España, el viernes en cambio defendía descaradamente a Rato. Refiriéndose a mi caso, Fede el Empalador tituló su insolvente alocución “El esperpento de Horrach”, pronunciando continuamente mi apellido de la manera más despectiva posible y, sin conocerme ni saber bien de mi caso, se atrevió a llamarme “sinverguenza que trata de colocarse, además de afirmar falsedades tan palmarias como que el domingo 12 'anuncié' mi paso a C's, que se produciría, según sus averiados cálculos, al día siguiente.
En cambio el viernes transmutó su furia calumniadora contra este peligro público que al parecer soy yo en comprensión casi evangélica por ese ciudadano honrado y desvalido llamado Rodrigo Rato Figaredo. Superando así en dotes para la esquizofrenia moral a su querido fiscal Pedro Horrach. En este caso, qué delicadeza y consideración: “Lo han tratado tan ilegalmente, tan injustamente. ¿Por qué le ponen la mano encima?”. ¡Habrase visto, don Federico!, esto es tremebundo, qué dictadura implacable nos ha endilgado Soraya. Pobre Rodrigo, él detenido mientras que canallas repugnantes como Horrach andan por ahí sueltos. Así va España.

domingo, 19 de abril de 2015

PRENSA DE GATILLO FÁCIL


 (artículo publicado esta semana en El Periscopi)

Les supongo enterados de mi Via Crucis mediático esta semana. A cuenta de una interpretación excesivamente precipitada y con datos equivocados, nuestra querida clase periodística nacional (a la misma o peor altura que la clase política) se ha dedicado a zurrarme con un entusiasmo digno de mejor causa. Somos el país que somos en gran parte debido a nuestra “prensa canallesca”, como decían en otros tiempos. Comenzó el tiroteo el domingo con mi dimisión pero, sobre todo el lunes con el bombardeo de llamadas y solicitudes de entrevista, uno llegaba a sentirse como el general Custer, ganando tiempo hasta el aniquilamiento inevitable en mi Little Big Horn de La Soledad, o los 300 de las Termópilas tratando de taponar el oceánico avance de los persas. Pero al menos, aunque arrinconado, podías defenderte, con evidentes limitaciones. Lo peor fueron los ayatollahs de las ondas, esos Jiménez Losantos o García Ferreras que desde sus pabellones de invierno se dedican, sin información ni ganas de conocerla, a ametrallar cualquier movimiento sospechoso. Tal como esos policías americanos que vacían el cargador ante el primer negro que pasa y ya luego se dedican a sacar de la chaqueta del fiambre achicharrado la pertinente documentación. Esa pulsión sanguinaria es parte de su tarea en el ámbito de la prensa-espectáculo que nos rodea. La información rigurosa para ellos es como la libertad de Lenin: “¿Para qué?”. Primero el espectáculo y las vísceras.
Al menos aquí cerca algunos, Tarabini sin ir más lejos, respetaron ciertas cautelas demorando su opinión hasta saber más del asunto. No es tan complicado: un poco de pausa asegura la calidad de casi todo, no digamos de una información. Pero hay muchas prisas: la pulsión linchadora exige inmediatez, apalear y luego preguntar, no sea que luego el muerto tenga coartada y nos jorobe el festival de sangre. O, peor aún, que se nos adelante el linchador de la otra cadena y se lleve la pieza y el share, el Grial del siglo XXI. La única ventaja es que una vez acribillado ya no les sirves, así que se olvidan pronto de ti para buscar otras víctimas propiciatorias. El entierro luego queda a tu cuenta, porque ni de eso se preocupan, sólo del humo que destilan sus pistolas al rojo vivo.

martes, 14 de abril de 2015

MI SALIDA DE UPyD


 (tribuna publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

Comencé mi modesto periplo (que no carrera) en la política a finales del año 2006, cuando junto a una decena de personas fundé la primera agrupación de C's en Mallorca. La mayoría nos pasamos un año después a UPyD, porque quedaba claro que C's quedaba circunscrito exclusivamente a Cataluña mientras que UPyD alcanzaba una dimensión más nacional. Nadie en esos momentos dudaba de las similitudes y espíritu común de ambos partidos. Formaban parte sin duda del mismo proyecto político: la regeneración sensata y transversal. Luego se fueron diferenciando en algunos aspectos, en unos casos a favor de UPyD y en otros de C's, pero eso no quita que el espacio compartido sea muy amplio. En UPyD, del que fui también fundador de su primera agrupación, he estado desde entonces, con un paréntesis de dos años debido a motivos personales que no vienen al caso, y he sido portavoz desde el pasado agosto y candidato desde noviembre. Mi dedicación al papel de voz del partido en Baleares ha sido absoluta, no creo que aquellos de mis ex-compañeros que ahora me considera un 'chaquetero' o un 'trepa' puedan negarlo sin sonrojarse. Obviamente sin cobrar un euro, gratis et amore, incluso perdiendo dinero, por no hablar de la inversión en tiempo, energías, etc.
A estas alturas no hace falta narrar cómo se ha ido hundiendo electoralmente el que ha sido el mejor partido de España. Para mí supone una tragedia, aunque confío que al menos en el futuro el balance reconocerá las virtudes de su historia. Hay que asumir que en el declive ha jugado su papel un posicionamiento contrario de gran parte de la prensa, pero tampoco resulta extraño cuando, por ejemplo, el número 2 del partido calificaba de “Brunete mediática” a periodistas afines, y muchos otros excesos más. El partido en sí ha mantenido un discurso politico y una honestidad al alcance de ningún otro en este país. Ahora bien, los errores en estrategia y sobre todo en comunicación han sido tan graves que han provocado en gran parte el desplome actual. Como dijo Irene Lozano, no se supieron interpretar los resultados “puñeteros” de las elecciones europeas, y desde entonces no se ha parado de retroceder. Durante unos meses vivimos sumidos en una ficción: que las encuestas eran falsas. Las elecciones andaluzas demostraron muy dolorosamente que no era así. Ese trompazo nos debería haber devuelto a la realidad. Pero no. Al contrario. Los defectos se agudizaron, no se cambió el rumbo ni a la cúpula. Ni siquiera se consideró lo que fue: una hecatombe. Sólo un problema puntual.
Pensé en dimitir hace tres semanas, precisamente tras el desastre de las andaluzas. No tenía sentido que el partido no cambiara nada y nos lanzara hacia las elecciones sin esperanza alguna. Una auténtica exigencia de inmolación en honor a Rosa Díez. Autocrítica cero y una cada vez una más asentada conspiranoia. No me veía con fuerzas para transmitir ilusión a la militancia. El gran trabajo que se ha hecho en Baleares quedaba destruido por la imagen que desde Madrid transmitía la marca. Seguir al 100 % cuando no se tienen esperanzas no me parece un dogma inviolable. Si decidí seguir fue por mis compañeros, gracias al apoyo que me demostraron cuando avisé de que pensaba retirarme. Pero lo de la semana siguiente me acabó de decidir. Por una parte, la dimisión o expulsión de muchos afiliados, todos ellos críticos con la dirección. Yo daba ya por perdidas las elecciones del 24 de mayo (cuyo resultado puede hacer que por comparación el de las andaluzas fuera bueno), pero me quedaba alguna pequeña ilusión depositada en el Congreso Extraordinario de este verano. Confiaba en Irene para cambiar el rumbo. Pero entonces pensé que con la progresiva huida de críticos, al final sólo quedarían los fieles, así que ya no le veía sentido a seguir aguantando. Por eso incluso entregué mi afiliación. Dicen que eso es 'desleal', pero yo no entiendo de la lealtad del kamikaze o del mártir, más propia de instituciones como el ejército o la iglesia, no de un partido político del siglo XXI. No me veía transmitiendo ilusión cuando yo no la tenía, y machacarme un mes y medio muy exigente en una campaña absolutamente cuesta arriba era mantener viva una ficción absurda. Entiendo que algunos de mis ex-compañeros hayan decidido seguir, pero no que se me obligue a asumir mi rol hasta el final cuando uno no le ve ya sentido. Les pido disculpas por haberles fallado, pero no había alternativa. Y, desde luego, yo no me he cargado el partido, porque mi decisión ha sido una consecuencia del hundimiento, no una causa. No se puede hacer daño real a algo inerte, que me perdonen la sinceridad. Y conste que no soy el único que se ha bajado del carro, aunque otros compañeros mantengan cierta fe en el Congreso de julio y por eso sigan afiliados.
Luego también me confirmó el impulso de dimitir descubrir que una pieza clave en C's de Baleares sería mi amigo Xavier Pericay. Saber que él tendría mucho que ver en las listas de C's (al final es el candidato nº 1 al Parlament) me desanimó completamente, porque no quiero competir contra un amigo y también porque la posibilidad de dividir el voto en unas elecciones tan importantes era algo irresponsable. Pensé más en el proyecto que en las siglas. Entonces decidí mi renuncia. Me planteó después Xavier la posibilidad de apoyar, desde dentro, la lista de C's al Parlament. Apareciendo como independiente y en absoluto en los primeros puestos. O sea, sin provecho material. Dado que es la cúpula magenta la que se niega a articular una lista conjunta que reúna a candidatos de C's y UPyD, al final la única opcion es que miembros de este último partido vayan en las listas naranja. Pero no se concretó nada y al final decidí no entrar porque pensé en 'la mujer del Cesar', ya conocen la historia. Tengo la conciencia tranquila, pero si algo sobra en este país es mala baba. Luego vino lo de Libertad Digital y el salvaje twitter, pero mis vulgares críticas a Rivera en febrero no rompieron nada, porque ya nada había.
Lo siento por mis ex-compañeros que todavía seguirán hasta el 24M, a los que deseo lo mejor. Mi voto será para la lista encabezada por Pericay al Parlament, aunque optaré por Kiko Alegret (UPyD) de cara a Cort. En ambos casos lo personal, el respeto que ambos me merecen, es decisivo en la elección. En cuanto a Pericay, eso y su solvencia intelectual está por encima de las siglas de C's, que todavía deben demostrar de qué está hecho fuera de Cataluña. Sin duda ninguna, Xavier es la persona fiable y valiosa que permitirá que el ideario que estos años han representado C's y UPyD, cada uno a su manera, entre con fuerza en el Parlament.

lunes, 13 de abril de 2015

SPAIN IS PAIN (2)


  (artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

Hace meses titulé una disección Spain is pain (rima de España es dolor), haciendo un homenaje a un disco editado en el año 2000 por el grupo español The Pribata Idaho, y señalando lo que parece ser la esencia de España y sus ciudadanos: despeñarse por la autocomplacencia más prosaica. Hoy vuelvo a utilizarlo como título y podría haberlo hecho decenas de veces con anterioridad, porque los motivos en este sentido son tan inacabables como el petróleo del Golfo Pérsico.
Pero en esta ocasión viene a cuenta del AVE. Esta semana al economista Luis Garicano le ha caído la del pulpo por decir algo que parece bastante razonable: en España sobran kilómetros de AVE. Recordemos que, si no me fallan los datos, somos el país con más kilómetros de este tipo de líneas del mundo sólo superados por la infinita (geográficamente hablando) China. Si eso no es una anormalidad, indicadora de una burbuja absoluta como ha habido pocas en este país burbujeante...
A Garicano lo entrevistaba Carlos Alsina, en su nuevo programa matutino, y eran los 'abeceros' Ignacio Camacho y David Gistau los que arremetían con extraña dureza contra él. Gistau con especial mala baba, tildándolo de “demagogo” sin contemplaciones. Días más tarde eran Arcadi Espada y Jiménez Losantos los que seguían con las tortas en las páginas de este periódico. Al final la mayoría de ellos coincidía en el mismo supuesto argumento: España es como es y no es lícito cambiarla. Ya sabemos que no somos Dinamarca, el país de moda, pero, hombre, podríamos intentar parecernos un poco, ¿no?
También se ha hablado mucho de esa pirueta del destino, digna de la apasionante historia del Edipo Rey de Sófocles, del ex-ministro socialista que ha sido víctima de la polémica ley que impulsó en la inolvidable era zapateril. Edipo ponía en marcha en la citada tragedia griega la teoría expiatoria de que señalar a una única persona basta para drenar las pasiones de la colectividad, pero finalmente el castigo acababa cayendo sobre su cabeza pues él fue el designado para esa culpa redentora. En este caso, López Aguilar se habrá dado cuenta de que al final todo acaba regresando al origen. Las siembras las carga el diablo.

lunes, 6 de abril de 2015

OFICIO DE TINIEBLAS


 (artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

Hace años me interesaba mucho la Semana Santa. Ahora bastante menos, salvo la Noche de Resurrección ortodoxa. Soy agnóstico pero me intrigan los rituales religiosos. Por eso es una lástima que no se celebren ya en España los Oficios de Tinieblas, esa tremenda escenificación del momento de pánico y desarraigo que supone la vigilia del domingo. La ceremonia consistía en ir apagando, ya de noche, cada una de las 15 velas del tenebrario, dejando sólo una encendida para esconderla tras el altar mayor. La iglesia quedaba así sumida en la oscuridad por unos instantes, momento en el que se cantaba el Miserere, pero era de nuevo iluminada con el regreso de la única vela activa. Este cirio representa al Jesús muerto y sepultado, pero que resucita al tercer día. Simboliza el paso de la oscuridad a la luz, la supuesta inevitabilidad del bien sobre el mal y de la certeza sobre las dudas. Algo en lo que confiar.
Ya he dicho que soy agnóstico, y por tanto no creo en redenciones como la del Domingo de Resurrección. Tampoco en otras redenciones mesiánicas más propias de la esfera ideológica y política, pero ese ya es otro asunto. Si la historia del hombre consiste en la constante búsqueda de un sentido (de naturaleza fija, no como la verdad, que es más escurridiza) que aporte significado a nuestras vidas, semanas como ésta muestran una de esos anhelos cristalizado en un legado cultural determinado.
No desprecio esas manifestaciones porque soy humano y, por tanto, la acuciante tentación de asentarme en un arraigo alentador me acompañará siempre. No conozco muy bien la causa (haber estudiado filosofía, ser de La Soledad, adorar el cricket), pero no soy capaz de participar en esa proyección esperanzadora que supone la fe (no sólo la religiosa, repito). El desarraigo no es un territorio cómodo, al contrario, pero difícilmente es más consistente aquel prometido paraje al fondo donde ambicionan sublimarse todas las contradicciones y solventarse los enigmas. En el sentido que señala George Steiner (y que recordaba este viernes Eduardo Jordá), vivimos en un eterno Sábado Santo (“el día más misterioso en la historia de la humanidad”), el momento de la penumbra que no puede disiparse. Un día que dura milenios.
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