lunes, 7 de marzo de 2016

BISEXUALIDAD POLÍTICA


 (artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

Hace unos días la policía brasileña detuvo a un mito del progresismo: Lula da Silva. Algunos se preguntan si Lula ya no es de izquierdas tras su deshonra. ¿Pasa automáticamente a engrosar las sucias filas de la derecha? ¿Felipe González sólo viró de la izquierda a la derecha tras el GAL? ¿Por qué recordar “la cal viva” era hace unos años una chifladura propia de la caverna y ahora es sello virtuoso del podemismo?
Mucha gente en España piensa en esos términos. En su línea de enfocar la política en términos básicamente maniqueos, entienden que cuando un político progresista se corrompe es porque en realidad es conservador. El esencialismo beligerante como forma de interpretar el mundo. Por supuesto, esto también funciona en el otro sentido. Basta oír las sandeces oligofrénicas que se están diciendo desde los sumisos pelotones político-mediáticos del PP sobre el rojerío de C's tras su pacto con el PSOE.
El politólogo español de moda, Víctor Lapuente, autor de El retorno de los chamanes, muestra la eficiente mezcla de políticas liberales y socialdemócratas mediante términos sexuales. Un ejemplo que aparece en su libro es clarificador: en Suecia, país donde vive, los debates políticos tienden a encauzar en primer término los problemas concretos del ciudadano, sopesando causas y calculando soluciones. La ideología entendida como herramienta.
En España no. Aquí ya de inicio escenificamos una espasmódica deposición ultraideológica para marcar el terreno entre buenos y malos, entre salvados y condenados. Pensamos, en nuesta estructura mental binaria, que no cabe un análisis pormenorizado que deje de lado planteamientos identitariamente categóricos. Y cuando ese análisis roza algún dogma, el escándalo estalla como una furiosa falla valenciana. La clave es identificar un culpable, contumaz saboteador del camino verdadero, e ir a por él. Por eso preferimos la doctrina al método.
Por supuesto, las ideologías todavía existen. Hay planteamientos más propios del progresismo y otros del conservadurismo. Pero ni uno ni otro son la verdad absoluta, y tampoco se trata de un pack de comunión obligada que impida escapar al cepo castrador que señala el límite de lo tolerado por los sumos pontífices de cada lado. Roma no paga traidores ni tibios. Lo curioso es que los mayores defensores del mestizaje en general decreten que el mestizaje político es anatema. Extra Ecclesiam...
El chamán de Lapuente, sea izquierdista o derechista, tiene enfrente al “explorador bisexual” que no teme transitar terrenos ideológicamente híbridos. En España necesitamos más exploradores de esos. ¡Y sobre todo implantar estrictas pruebas antidoping en el Congreso de los Diputados!

No hay comentarios:

Related Posts with Thumbnails