Cada
verano, sobre todo en agosto, recuerdo intensamente que el famoso
“horror” del señor Kurtz en El corazón de las
tinieblas no se refiere a ningún meollo metafísico sino al
jodido calor africano del Congo, escenario de la historia de Conrad.
Si la época estival es siempre un Via Crucis, este año hay que
sumar a la ordalía un nuevo tormento: el coro de Casandras que, en
una vertiente bastante sobreactuada, no para de dar la matraca a
cuenta del colapso de la isla este año.
Como
suele suceder, en estas quejas hay algo de verdad, pero también una
excesiva histeria que, además de molestar (mi habitual misantropía
se multiplica en verano, sobre todo si el personal periodístico y
político se regodea en su insufrible faceta sermoneadora),
escenifica la enésima operación de chivo expiatorio, ese
inseparable amigo del hombre, ¡qué sería de nosotros sin él!
Ahora parece que todo es culpa del turismo, como la sequía de este
año, los atascos en la Vía de Cintura (algo nunca visto en
invierno, claro...), que te deje la novia o se incendien los bosques.
Ya
veremos qué dicen las cifras al final del verano, porque las
impresiones son lo que son, y más cuando algunos ya estaban
ensayando los grititos desde hace muchos meses, dicho sea de paso,
porque la campaña (“Tourist, you are the terrorist”) contra el
colapso tiene su historia, y más que prevenir lo que ha hecho es
excitar al gallinero. Nos aburrimos, y los dichosos JJOO sólo (menos
mal) duran dos semanas. Hay que dar la brasa desde nuestro elevado
púlpito moral. A alguien hay que atizar, ¿no? Pero si hay que
vigilar a los vigilantes, como decía Juvenal, también será
legítimo atizar a los atizadores.
Otro
elemento que me chirría del asunto, en caso de que efectivamente
estemos colapsados, rodeados y sodomizados por pálidos ejércitos de
borrachos en bermudas, es que en gran parte esto se debe al
descontrol de los alquileres vacacionales. Y lo patético del asunto
es que muchos de los que ahora protestan se manifestaron
indignadamente contra la ley de Bauzá para regular el problema.
Eficientes pirómanos reciclados en indignados bomberos que incluso
hace sólo 2 meses escribían todavía en esa clave propagadora del
fuego. Yo mismo me dejé llevar (tengo coartada: estaba en política,
ese purgatorio que atrofia la sesera y potencia lo peor que llevamos
dentro) por el mantra del masaje pepero a los hoteleros, pero ahora
vemos que el asunto debía haberse asumido y trabajado en serio hace
dos años.
(disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
(disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
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