lunes, 8 de agosto de 2016

FABRICANDO TAURINISMO


 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

No entiendo esta selectiva manía de imitar a los antiguos griegos recreando sus JJOO o adoptando su insólita democracia pero sin leer a Aristóteles y Sófocles de forma intensa. La pregunta es retórica, claro, aunque no es retórico que antes que seguir los juegos prefiero una sesión de Sálvame. Qué desgracia son unos JJOO circenses que no incluyen el cricket, virtuoso cóctel de deporte, arte y civilización, o que insultan al rugby, pues esta vez han acogido, como si fuera un refugiado sirio en Turquía, al Rugby Seven, pero eso es como un frito de Pascua sin sangre porque no hay melé. No merecen quitarme ni un segundo de mi tiempo, aunque este tiempo sea más inútil que los círculos de Podemos, pero esa es otra cuestión.
Mejor hablemos de toros. Hemos escuchado innumerables veces expresiones como “Rajoy es una fábrica de independentistas”, que han dejado un eco retumbante en los medios. Lo curioso es que apenas se maneja su contrario “Mas es una fábrica de centralistas”, que seguramente sería más cierto. Estas cosas evidencian por qué lado se decanta mecánicamente el marco ideológico mediático. De igual manera, siempre oímos “ultraliberales”, pero nunca “ultrasocialdemócratas”; mucho “paraísos fiscales”, pero muy poco “infiernos fiscales”.
Esto lo digo porque el pasado jueves estuve en el Coliseo Balear, en el que fue mi estreno en una corrida de toros en vivo. Siempre me ha llamado la atención la tauromaquia, y suelo ver corridas en televisión o en Youtube, especialmente de Morante y José Tomás, pero por el motivo que sea nunca había pisado una plaza. Esta vez me invitó mi gran amigo Enrique Dot, y fue una experiencia fantástica, hasta el punto de que no entiendo cómo perdí años de mi vida detrás de la política cuando los podría haber dedicado más útilmente a la Fiesta.
Hace muchos años que no se llenaba tanto la plaza palmesana con una corrida de toros. Estaba casi a reventar. A ver si mis camaradas plumillas se animan a escampar que los ayatolas del Govern y Cort son ya una fábrica certificada de taurinismo masivo, porque están despertando con su tendencia al antagonismo una afición dormida.
Ahí estaba una gran parte de la sociedad balear, gente normal, representativa de muchos sectores. Cuando hablamos de toros nos perdemos en los estereotipos, como si un taurino fuera menos ético que un antitaurino, cuando esa norma de demarcación es estéril, no sirve para calibrar el músculo moral de cada uno. Sólo vale para hacer maniqueísmo, rehabilitando ideas de pureza propias del Medievo.

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