lunes, 17 de octubre de 2016

DOUBLE BIND


 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

El concepto de double bind se lo sacó de la manga Gregory Bateson en 1956, en su artículo Hacia una teoría de la esquizofrenia, y viene a ser un “doble vínculo contradictorio”, es decir, cuando en una misma acción se emiten dos mensajes de sentido opuesto, provocando una situación paradójica difícil de asimilar racionalmente. En su origen, el double bind afecta a un tipo de relación comunicativa generalmente encarnada por la que se da entre una madre y su hijo, en la que ella le envía señales opuestas en dos fases muy cercanas o coincidentes: por una parte, palabras de amor y entrega filial, para después rechazar los acercamientos afectivos del chaval. De esta manera, discurso y praxis se seccionarían en una contradicción que trastorna cualquier equilibrio emocional.
Ejemplos de double bind hay millones, casi tantos como galaxias en el cosmos. Hoy me limitaré a seleccionar algunos por su actualidad o porque me placen:
Oslo le concede el Nobel de la Paz a un presidente que ha perdido su referendum sobre el fin del conflicto. Luego Estocolmo le da el de Literatura a un cantante que ha escrito un poemario de tercera (Tarántula) y unas memorias atiborradas de plagios (Crónicas).
Instituciones públicas que promueven continuas campañas contra el bullying, pero que cuando se agrede a una niña en la escuela hacen todo lo posible para desviar la atención, incluso culpabilizando a la familia de la víctima.
La ínclita (en sentido Supergarcía) Unesco desvincula del judaísmo el Muro de las Lamentaciones, para concederle más legitimidad a un Islam que llegó 1600 años después.
Alerta sobre la elección de Trump el responsable de la ONU en Derechos Humanos, príncipe de uno de los países (Jordania) menos respetuosos con los DDHH.
El partido gobernante que te cruje desde Hacienda pero que supuestamente paga sus sedes de Madrid y Palma en negro.
Iceta y Armengol, que han llevado al PSC y al PSIB a los peores resultados de su historia, presumiendo de “coherencia” y exigiéndosela a la gestora del PSOE.
Un teniente de la Guardia Civil que hace meses salvó de la nieve a varios ex-presos de ETA y que estos días ha sido apaleado por 50 proetarras en un bar de Navarra.
Aquellos que exigen pluralismo a Madrid pero promueven la unanimidad tribal en Cataluña y Baleares.
En fin, la esquizofrenia puede que sea el virus más extendido del siglo XXI, al menos en Occidente. De alguna manera todos somos esquizoides, aunque parece que últimamente, escindidos entre lo que somos y lo que queremos aparentar, estamos mimando el cultivo de la tara. La cuestión es seguir siendo unos bestias pero instrumentalizando discursos más buenistas.

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