Desolado
me ha dejado la muerte de Fidel. Desde que una profesora del
parvulario en La Soledad me arrebatara alevosamente una banderita del
Real Mallorca que me había hecho mi padre no estaba tan afectado. Me
gusta la gente perfeccionista, aquellos idealistas que son capaces de
enhebrar filigranas minuciosas. Fidel era uno de ellos, un tipo
exquisito y riguroso: prometió elecciones libres en 1959. Es cierto
que hasta ahora no las pudo aplicar, pero sólo porque se consagró
fulltime a engrasar el delicado mecanismo. Hay que hacerlo
bien.
Lo
admiro tanto que en homenaje a su memoria estos días he intentado
imitar sus quilométricos discursos. No se trata de perorar horas de
forma mecánica sino hacerlo con su intensidad imperial y hondo
calado. Pero he fracasado: al poco rato tuve que abandonar, por
laringitis. Mis cuerdas vocales quedaron en el intento más
destruidas que Alepo tras un bombardeo ruso.
Por
estos andurriales, los trasuntos de Fidel son fieles a sí mismos:
ante la duda, suba los impuestos. El terrible neoliberalismo… La
neolengua mediático-política asegura que se aumentan impuestos a
tabaco y alcohol, pero ni cigarrillos ni licores pagan tasas: ¡Las
pagas tú, pardal! No se tocan diputaciones, la plétora de
ayuntamientos o las opacas fundaciones de los partidos. Mejor
depuremos deleites, comparemos, como hace la OMS, a la carne roja con
el plutonio. Cada día hacemos más contentos al Estado Islámico,
asumiendo, aunque sea por afán recaudatorio, sus antediluvianos
criterios de pureza. Da igual si somos imbéciles, pero al menos que
sea una imbecilidad sana y limpia. Como decía Cansinos Assens sobre
el fetichismo del políglota: ser tontos en siete idiomas.
Si
en otros países emigran los menos preparados, aquí se va lo mejor y
se quedan los peores al mando, que nos tienen como rehenes.
Lo que de verdad perjudica nuestra maltrecha salud son ellos. Nos
degradan sus teatrillos indigestos y sus discursos tumorales, su
mediocridad absoluta y sectarismo profundo.
Mientras,
Cort alcanza ya el estado de ciclogénesis política, no sólo por su
burda gestión cultural. Parecen quintacolumnistas del PP poniendo
las bases para la mayoría absoluta azul en 2019. Por su parte, Fina
Santiago ha ido rebajando tanto los mínimos para recibir una ayuda
social que en casa de los March fijo que también caerá algo estas
fiestas. Y qué decir del grotesco lío de Podem, que ya parece una
de esas reyertas etílicas a la puerta de un tugurio. Jarabo, cercado
por los suyos, a lo mejor recuerda algo que le señalé en su momento
en el plató de Canal 4: ganaste las primarias con sólo el 36 % de
los votos. Tus rivales sumaban el 64 %.
(disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
(disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
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