lunes, 4 de diciembre de 2017

EPÍSTOLA III A LOS BALEARENSES


 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

Queridos hermanos, os habla vuestra inspirada lideresa Francina. Acoged mi palabra en estos tiempos de tribulación, ahora que se acerca la Natividad del Señor. Es la tercera misiva que os envío, pero tenéis que reconocer que no sois un pueblo especialmente considerado con las leyes divinas: así, es preciso reiterar la prédica para convertiros en santos por Cristo Dios. Quiero que sepáis qué clase de batalla estoy librando para salvar vuestras almas siempre en peligro de descarriamiento. Ya me traicionasteis hace un tiempo idolatrando a Trismegisto Bauzanis, pero si hacéis “acto de constricción” (Paulo Ecclesias 6, 21) seré generosa y así podréis ir en paz con mi boleto plebiscitario en la mano.
Caminemos juntos por el camino del amor, asidos a la fe retroprogresista, anatemizando a los que se decanten por la impureza. Revestíos de virtudes sacras: aceptad el uso del biciclo, huid de los festejos con bóvidos de lidia, abonad el eco-óbolo. Y, como exige nuestro hermano el viejo taumaturgo Pujolis, la lengua catalina debe ser el camino, la verdad y la vida. Y si no lo entienden así los filisteos con bata de nuestros sanatorios balearenses, el látigo de Jehová caerá sobre sus cabezas. Guardaos de la falsa circuncisión de aquellos sepulcros blanqueados que hacen ver que están con el Pactus pero que en verdad conspiran contra él con sus discursos especiosos. Como el felón Pedro, que ha caído en desgracia a mis ojos, siendo reemplazado por el prócer Junquerus, pródigo en lágrimas y ahora cautivo de los romanos.
La palabra del Processus no nos ha bendecido como sus profetas anunciaban, pero eso es responsabilidad de Hispania, ese Leviatán que nos zarandea inicuamente y que desea saquear nuestros tesoros. La causa del evangelio consiste en la abolición del autoodio, y como dice nuestro añorado arúspice, “la DUI os dejo, la DUI os doy” (Puidemontis 15, 9). No es una falsedad que no haya abierto la boca contra el Cupus vascongado, como me recrimina algún fariseo en el ágora. Bien es cierto que nos perjudica, pues divide nuestra recaudación, pero sin duda la envidia es más esplendorosa que la justicia, de ahí mi caritativa mirada hacia el acuerdo del Conciertus Economicus, que un día cambiará de manos y santificará nuestras arcas. Recordad que cuando voy a Hispania obtengo réditos, y ahora serán menos onerosos vuestros peregrinajes allende los mares, con un ahorro que podríais destinar justamente a mi botica inquense.
Que vuestro espíritu sea custodiado por la parusía de mi futura victoria contra los sediciosos peperenses y los facciosos ciudadinos que os confunden. Que la gracia de nuestro Señor Junquerus esté con todos vosotros. Por el Pactus, el Cupus y la sardana, amén. Podéis ir en paz.

sábado, 2 de diciembre de 2017

PÚLSARES, CENIZAS Y EL ESPÍA


 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

       Lunes. Australia le gana el primer test a Inglaterra en uno de los torneos más antiguos y refinados del deporte: el Ashes (las cenizas). Diría que cambiando fútbol por cricket seríamos más civilizados si no fuera porque mi aversión a los sermones ha llegado hasta el punto de que incluso se me indigestan los míos. Pero el cricket es el deporte justo por antonomasia: tras 5 días de partido a razón de 7 horas de juego por jornada, gana siempre el más regular, o sea, el mejor. En cambio, en encuentros de 2 horas puede vencer cualquiera fruto de una caprichosa carambola. ¿Por qué hay play offs, sobre todo en los deportes norteamericanos, pudiendo decidirse el campeonato por la pura regularidad? El play off es fruto del showtime, un sentido del espectáculo que es lo opuesto a la justicia, necesariamente austera, elaborada, merecida.
Martes. Los púlsares cumplen 50 años en la conciencia humana. Lo que de inicio parecía un mensaje alienígena se reveló como una de las joyas del cosmos: minúsculas estrellas de neutrones muy magnetizadas que rotan a velocidad supersónica y emiten un haz de radiación capaz de atravesar miles de galaxias. Mucho más agradecida esta fauna de púlsares, cuásares y voraces agujeros negros que la sentina hodierna de la sección política de los medios.
Temporal en Camp de Mar. Me fascinan las localidades turísticas en invierno. Son como un escenario futurista en el que la vida humana ha sido arrasada. Entre la Platja de ses Dones y el Mirador Thomas Harris (ese espía británico experto en Goya que falleció misteriosamente en un accidente de coche cerca de Llucmajor en 1964), me asaltan las crepitaciones de las rocas, mecidas por las olas marinas en su retirada. El artífice de la mítica Operación Garbo se pasó 16 años en este rincón, imagino que tan embobado como yo ante la trémula vida de los elementos.
Miércoles. Se suicida el criminal de guerra Praljak delante del tribunal. A pesar del sesgo de los medios europeos, no sólo hubo dementes entre los serbios durante las guerras yugoslavas, sino también en las filas croatas que tanto añoraban sus años ustachas como filial de Hitler en los Balcanes. Qué portento haber conseguido que el mundo se olvidara de ellos: Praljak, Gotovina, el propio Tudjman. Como nos olvidamos de los kurdos en favor de los palestinos.
Jueves. Apuro noviembre, el preciado mes de la muerte, leyendo la revista Adiós rodeado por las cabezas de cera empaladas del bar Transilvania. Decía Simone Weil que la presencia más completa es la más secreta. ¿Por eso los personajes más decisivos de nuestra cultura, si dejamos la ciencia al margen, fueron dos ágrafos: Sócrates y Jesús? ¿Ser es morir? ¿Triunfar es fracasar?

lunes, 27 de noviembre de 2017

¿QUÉ ES TENER SALUD?


 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

      Será por haber rebasado la cuarentena o quizás por la tensión de aquella cacería contra un servidor de la que les he hablado, pero llevo una temporada con variados achaques, así que otras cuestiones han quedado en segundo plano para beneficiar una reflexión sobre qué es eso de tener salud o estar bien. En una época en la que, de nuevo la tendencia esquizoide, contando con la mayor esperanza de vida de nuestra historia y una de las más altas del mundo estamos patológicamente obsesionados con la salud, siempre lloriqueando con que tenemos poca y nos queda un arduo trabajo para alcanzar la epifanía. Prefiero escuchar antes a Bill Hicks y a Leo Harlem, sagaces maestros de la embriaguez. ¿Que en ocasiones hay más casos de cáncer? Obvio, vivimos más años. ¿Que fumamos demasiado? Como dice Miguel Costas, ex-Siniestro Total, eso que los fumadores ahorramos en pensiones, palmando antes.
Aunque la OMS estableció en 1946 que la salud consiste en el completo bienestar físico, no sólo en la ausencia de afecciones o enfermedades, el origen del término lo ubicamos en el latín salus, que significa en sentido literal “estar a salvo” (sano y salvo), aquel estado en que se permanece alejado de las dolencias que puedan atacarnos. Por tanto, la salud implicaría un espacio mental en que se está de forma autodeterminada, un topos que se construye aséptica y neuróticamente al margen de las mezclas y ambigüedades que conlleva la dinámica propia del existir, esa enfermedad mortal de transmisión sexual. Así, en el estado saludable no habría tránsito, pues se edifica como un dique de supuesta pureza y perfección interna (¡esos delirios de autoctonía, incluso orgánica!) frente a la enfermedad procedente siempre del exterior, como si los cánceres no tuvieran nada de endógeno.
Si interpretamos la cuestión desde una óptica heideggeriana, aprovechando que me estoy empapando de los textos nihilistas del suabo, la salud se construiría como un refugio frente al claro de la apertura, la desconcertante dimensión del desocultamiento que es el germen dinámico de lo creativo, pero que por su inestabilidad esencial no puede ser habitada más que de forma esporádica. En lo abierto no pueden echarse raíces, pues su suelo carece de arraigo o fundamento genético, y es de su potencial creador-destructor de lo que trata de defenderse la dimensión del salus, resguardada en la consoladora pero estéril espesura del bosque. También su amigo Ernst Jünger consideraba el potencial enfermizo (creador pero desestabilizante) de la apertura, otorgando a las dolencias, concretamente a la fiebre que provoca un resfriado, intensas posibilidades creativas. En las noches febriles, vibrantes espacios de fecundidad, todo cobra un mayor grado de exuberancia: “Uno sube como agua que se desborda de los diques”.

sábado, 25 de noviembre de 2017

EL CUPO ESQUIZOFRÉNICO


El ser humano es ya en su génesis bastante esquizoide (los antiguos prohibían en la vida cotidiana aquello que promovían en los ritos), pero no caeríamos en el tremendismo si decimos que nos estamos superando en el siglo XXI. La realidad cada día es más compleja y exige de nosotros un plus de sofisticación para no simplificarla, pero precisamente la tendencia populista dominante, con ribetes inquisitoriales, nos conmina a rebajarla a nuestros intereses o, peor aún, a nuestras neuras más profundas, aquellas de las que no somos apenas conscientes. Como no entendemos que la pulsión antagonista dirige nuestro discurso, y no a la inversa, es decir, nuestros chivos expiatorios determinan las discordancias de nuestro pensar, parece que el paciente más alienado del sanatorio patrio es nuestra izquierda parlamentaria. Todas las tendencias y siglas tienen sus contradicciones, pero seguramente ninguna tan agravada como la de la antidiestra española, auténtica anomalía en nuestro contexto europeo por aquello de salivar con los nacionalistas. ¿Habrían sido socios D’Alema o Prodi de la Liga Norte? No, lo fue Berlusconi.
En nuestro país la cuota esquizoide está muy bien representada, pero necesitamos ejemplos paradigmáticos para visualizar el trance. Por eso, la votación sobre el cupo vasco ha sido muy oportuna. La escisión es evidente en un discurso público donde nos pasamos la vida pontificando en pro de la igualdad y el altruismo, donde cada diferencia se interpreta como desigualdad premeditadamente fabricada, pero luego resulta que nos parece fenomenal que la segunda región con mayor renta per cápita de España obtenga un trato fiscal privilegiado. ¿Dónde queda la sacrosanta redistribución de la riqueza? ¿Y la igualdad entre regiones y ciudadanos? Peor es aún cuando trata de justificarse apelando a los fueros, ese engendro decimonónico (¿debe recuperar también la monarquía su condición autoritaria porque posee los mismos ‘derechos históricos’ que los fueros?), o que el Concierto es constitucional, cuando no hay día que no vapuleemos la Constitución. Podemos y PSOE al alimón con los nacionalistas del “¿qué hay de lo mío?” y , sacre bleu!, el PP. El único que se opone (lo de Compromís es una pataleta) es C’s, que ha heredado de UPyD la coherencia, por eso le está cayendo una lapidación cainita.
Parecemos muy preocupados por la pedagogía que transmitimos a los chavales, pero me da la impresión de que finalmente maman una generosa dosis de esquizofrenia. Agotamos nuestras reservas de saliva enseñándoles que es básica la solidaridad. O que una sociedad civilizada exige controlar las emociones y tolerar la frustración, para después pasarles por la cara el espectáculo grotescamente adolescente del prusés, caracterizado por un intento de imponer divisorios criterios maximalistas y las correspondientes pataletas infantiles cuando su deseo no puede realizarse.

(disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

lunes, 20 de noviembre de 2017

MI EXPEDIENTE X


 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

     Mis adorados y por lo general plácidos meses de noviembre últimamente han cambiado un poco. Este año apenas lo he podido disfrutar por culpa de operaciones, resfriados y cólicos biliares. Sin embargo, no todas las novedades son perjudiciales. Si el 18 de noviembre del año pasado me llegó a casa la demanda civil que me interpuso el entrañable concejal de (in)Movilidad de Palma, este pasado viernes, día 17, lo que asaltó mi domicilio fue la resolución del expediente que me abriera en verano el Govern sobre el mismo asunto: esa disección de hace 14 meses que tanto molestó a Cort y al concejal Ferrer. En este último caso recordarán que nuestra atenta y eficiente administración del Pacte me pedía 3000 euros de multa, pero tras la presentación de mis pertinentes alegaciones se han echado atrás y el asunto se cerrará sin sanción económica.
Queda, eso sí, la pena del calvario amedrentador que me han hecho pasar este tiempo, con lo que supone de estigmatización en una tierra tan dada a ciertos señalamientos inoxidables basados en manipulaciones o superficialidades. Ganas de hacerme la puñeta es evidente que tenían porque, si no, no habrían optado, en la horquilla que permite la ley LGTBI (entre 700 euros y 3000), por la petición de multa máxima. Seguramente se han echado atrás por miedo al daño político en etapa ya pre-electoral que podría caerles encima en caso de sanción a un articulista, teniendo en cuenta que en julio la cantidad y la variedad (a derecha e izquierda) de las reacciones opuestas a este expediente me sorprendió incluso a mí. Por eso mismo, confirmar la sanción habría multiplicado las críticas, dejando a este gobierno al nivel del chófer Maduro y animalillos similares.
Sin embargo, no acaba aún mi Via Crucis con este asunto, porque sigue abierta la demanda civil por la que Ferrer, basándose en una falsedad demostrada, me pide nada menos que 12000 eurazos. Por no hablar de la pérdida de un trabajo que me ocasionó el affaire, debido a ciertas maniobras inquisitoriales propias del vigente populismo. Todo ha sido rarísimo y claramente desproporcionado. No se entienden estas ganas, vampirizando una causa noble y necesaria como la LGTBI, de destruir a un simple plumilla que ya no tiene vínculo alguno con la política desde que dimitiera de portavoz de UPyD hace casi tres años. Al parecer, algunos se pensaban que yo ando todavía por el mundillo, discretamente en las filas de C’s, pero eso no es así y ya no sé qué me queda por decir para que se tenga en cuenta. Tal vez, como en la época de Cervantes, me vea obligado a recurrir a esos engorrosos ‘procesos de descargo’ para limpiar los recelos de hostigamientos macarthistas.

sábado, 18 de noviembre de 2017

LEGADO CHIQUITISTANÍ


 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

      No quisiera faltar a la conmemoración de don Gregorio Sánchez, con quien tengo una deuda pendiente: fui de aquellos que en su momento de esplendor y omnipresencia mediático-social, a mediados de la década de los 90, pensaba que su fama sería efímera y que en unos años toda España lo habría olvidado, como le pasó a tantas celebridades de periquetes. Me suelen resbalar las modas, y por eso se me han escapado cosas que fueron mainstream pero no por ello menos interesantes. Por esa época yo era un asiduo de Gomila y, aunque gran parte de las músicas que sonaban en Nivelón, Fraguel o Morgana no me entusiasmaban, sin embargo ahora las escucho con cierto deleite, realzado por el tamiz transfigurador que deja el melancólico paso de las décadas.
El éxito de Chiquito en los 90 fue tremebundo. No sólo aparecía con sus patillas y camisas estrafalarias en cualquier parte, es que sus émulos también eran ubicuos: ¿Recuerda alguien al ‘Nuñito de la Calzada’ del Força Barça de Arús? ¿O a Crispín Klander y su teléfono chiquitistaní en un programa, Esta noche cruzamos el Mississippi, que alternaba el festival de fistros duodenales con la conspiranoica investigación de los macabros crímenes de Alcàsser? Chiquito era un formalista puro, pues la clave de su genio no residía en el contenido de sus chistes sino en su personalísima forma de contarlos. Relean el fantástico artículo que escribiera en estas páginas Ramón Obrador, poco antes del verano, y comprobarán como el legado chiquitistaní ha conseguido asaltar incluso el exquisito reducto de los cuasidivinos catedráticos prusianos: El alemán que quería hablar como Chiquito de la Calzada.
Hoy en día, incluso antes de su muerte, pocos se atreven a criticar a Chiquito, incluso aquellos que no disfrutaban en absoluto sus actuaciones, y eso creo que en parte es por la inaudita bonhomía del personaje. Como recordaba hace una semana Eduardo Jordá, Chiquito representa todo lo contrario de cierto humor hodierno instalado perpetuamente en un resentimiento estéril y sectario: lo suyo era una pletórica celebración de la vida. Las tareas inquisitoriales se las dejaba a los que tengan cuajo y menos talento para ello, porque la mediocridad suele recurrir a la instrumentalización para tapar su nulidad. Sin embargo, hay que reconocer que en el éxito de Chiquito, como en el de muchos otros, primó un puro golpe de suerte, y también una lección de vida. Cuando parecía que su discretísima carrera como cantante de flamenco se acababa, a sus 62 años, el productor Tomás Summers lo descubrió de noche en un restaurante de la manera más simple: poniendo la oreja en la mesa de atrás, donde un condemor desmelenado engarzaba guarreridas y caiditas para la alborozada apoteosis de los presentes.

lunes, 13 de noviembre de 2017

LA POLÉMICA DEL ADOCTRINAMIENTO


 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

Anda alterado el corral educativo por las acusaciones que en estas páginas manifestó Xavier Pericay, sostenidas por todo C’s y Plis. Enternece ver la cota de furia e histeria de las reacciones negativas del conocido clan: el conseller March, la FAPA, el Stei, Més. Es cierto que no sabemos exactamente el nivel de adoctrinamiento real que pudiera existir en nuestra educación pública, pero más evidente es que ante la preocupante realidad de casos que sí conocemos (unos muy diáfanos, otros más indiciarios) sería exigible que se tome de una vez la temperatura al paciente. Y anatemas como los que estamos viendo, tirando balones fuera y demonizando a los denunciantes, no ayudan demasiado e incluso delatan que sí podría haber algo metódicamente turbio tras el encolerizado mandato de omertà.
Algunas de las respuestas en la prensa afecta al Pacte me han hecho particular gracia: se ve que estamos obligados a perpetrar un cierre de filas y ciegos actos de fe alrededor de nuestra educación pública, loada como eficaz (¿para qué o para quiénes?), afamada (¿seguro?) y de calidad. ¿Podemos seguir engañando a la ciudadanía sobre el nivel de nuestras escuelas? Veamos dos estudios serios que dejan en mal lugar a estos forofos del desastre escolar camuflado con velos edificantes. Primero, el famoso informe PISA, que deja a Baleares por debajo de una media española ya de por sí algo rebajada respecto a la media de países de la OCDE. Hemos estado peor, pero no parece que se pueda exhibir músculo cuando hay unos 20 puntos de diferencia entre la privada y la pública, a favor de la primera. Seguimos anteponiendo las creencias (el poroso y retráctil “educar en valores”) al mérito. Eso respecto al nivel de nuestros estudiantes, pero es que también contamos con valoraciones alarmantes de nuestros profesores de primaria e infantil, y ahí ya no nos servimos de estudios externos puesto que el maś importante ha sido elaborado por Bernat Sureda Negre y el departamento de Pedagogía Aplicada y Psicología de la Educación de la UIB hace 2 años: queda claro que, mientras en Finlandia sólo puede entrar en Magisterio lo mejor de cada casa, aquí las lagunas de nuestros futuros docentes son oceánicas… y eso que cobran bastante más que la media OCDE.
A día de hoy, viendo lo que acontece en escuelas de Cataluña, espejo sagrado de nuestros docentes pesemeros, no podemos permitirnos el lujo de pecar de inocencia sobre el modus operandi educativo del catalanismo. Por eso, que nieguen todo adoctrinamiento parece un intento de distracción, primera línea de defensa previa a la cínica justificación, como se ha hecho con la desaparición progresiva del castellano de las aulas: de inicio también se negó, luego se amparó.

sábado, 11 de noviembre de 2017

LAPIDA O MUERE


 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

       Me molesta con exasperación esa letanía ubicua de que vamos empeorando inexorablemente y antes todo era más puro y humano. Salvo casos muy puntuales, esa sensación de dinámica negativa es eso: una sensación. Falsa. Sólo excepcionalmente sí que vamos a peor, o si acaso no mejoramos, y hoy me referiré a la pulsión inquisitorial, el afán de perseguir al otro de la forma más obcecada y menos garantista posible. Seguimos evidenciando que para defender nuestras convicciones lo prioritario es linchar a ciertas bestias negras y cabezas de turco, hasta el punto de que ese mecanismo antagonista precede a la gestión racional del propio discurso. Por eso, a causa de su inquina al PP y C’s, una parte importante de la izquierda española ha simpatizado tanto con el nacionalismo catalán y vasco, y por eso mismo (en este caso con EEUU y el capitalismo como chivo expiatorio) tantos comunistas son especialmente tibios, cuando no otra cosa más explícita, con el terrorismo islamista.
En Hollywood se ha abierto la veda. Tras la lúgubre estela de Weinstein, han acusado a Dustin Hoffman y Louis CK, pero me interesa más el caso de Kevin Spacey, un actor grandioso, el rey de las imitaciones de otros intérpretes, al que se endilgan todos los pecados posibles. Antes de nada, es necesario decir que no confío ciegamente en él, ni mucho menos, porque a estas alturas no pongo la mano en el fuego ni siquiera por mi mismísima progenitora, que es muy decente y honrada pero nunca se sabe a cuántos vecinos habrá descuartizado sin yo saberlo (Nota mental: mi madre me lee, así que hoy toca birlarle el periódico).
Sin embargo, lo de Spacey se ha convertido en una cacería preocupante. Todo ello, a día de hoy, sin pruebas demostrables ni sentencias judiciales. Que yo sepa ni siquiera se le ha imputado. Vale que su reacción de solicitar ayuda al parecer a una clínica de rehabilitación parece un indicio en su contra, pero repito que a estas alturas todavía vivimos en una nebulosa acusatoria que no ha cristalizado en hechos probatorios serios. Lo llamativo es esa histeria que no contempla la más mínima cautela. ¿Qué nos cuesta tener algo de paciencia antes de acribillar metafóricamente al excomulgado, y después ya veremos qué pasa? ¡Si hasta Ridley Scott lo acaba de borrar de su última película!, cuando sus escenas se habían rodado. Luego nos quejamos de esos polis americanos que acribillan a ciudadanos de raza negra de forma preventiva y sólo después, ya con el cadáver achicharrado, analizan su documentación. Estamos a finales de 2017, y seguimos sin entender que una acusación no es sinónimo de culpabilidad. Por algo se inventó el Derecho.

lunes, 6 de noviembre de 2017

MARCA ESPAÑA


 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

    Nada tan español como criticar a España, ironizar sobre sus modos y su historia, o directamente demonizarla. Pero no tanto por espíritu crítico como por un sesgo patológico que es incapaz de encontrar un punto intermedio entre la culpabilización absoluta y la beatificación intachable. Fruto de un curioso síndrome de Estocolmo, somos seguramente el único país que ha asumido como verdad indiscutible la imagen distorsionada que nuestros rivales históricos construyeron contra el imperio español. La famosa leyenda negra, compendio de medias verdades y en ocasiones flagrantes mentiras, que ha arraigado en nuestra masoquista personalidad nacional. Conste en acta que no me parece tan mal el masoquismo siempre que esté razonablemente repartido, pero mientras que en España en general todo son lamentos y, en consecuencia, si uno no pone a su país a la parrilla queda automáticamente bajo sospecha (según el CIS sólo un 7 % de la población española es nacionalista), luego en regiones como Euskadi y sobre todo Cataluña nos vamos al otro extremo, reinando una asombrosa autocomplacencia.
De esos polvos, estos lodos. La doble vara de medir que desemboca en la apología de la impunidad para los políticos golpistas: aunque hayan cometido delitos gravísimos, no se tolera que la justicia actúe. Imaginen un “no estoy a favor del robo, pero es un escándalo que se detenga a los ladrones, eso no resuelve nada”. Por no hablar de los peculiares mandatarios belgas que alardean de refinamiento democrático cuando pocos países cuentan en su historia con carniceros como Leopoldo II, responsable del genocidio del Congo. O esos anglosajones que barrieron América del Norte de indígenas, dejando su población autóctona bajo mínimos, en contraposición a los millones de nativos y mestizos que hay en Hispanoamérica. Como recuerda Elvira Roca en Imperiofobia y leyenda negra, el hegemonismo protestante ha conseguido imponer su hipócrita versión de la historia, sobre todo en el Nuevo Mundo. Y ahí siguen muchos medios anglosajones, impartiendo catequesis farisaica, cuando en sus feudos campan a sus anchas el populismo de Trump y el Brexit.
Un librito interesante, en clave humorística, para entender nuestro país es Marca España, de Jordi Moltó y un Juan Herrera que es uno de nuestros genios ocultos más remarcables, pues ha estado detrás de muchísimos fenómenos de los últimos 30 años, como Humor amarillo (creado con su compinche Miguel Ángel Coll, con quien alcanzó el súmmum de la radio con Jack el despertador o, mi programa favorito de siempre, Obsesión de noche, en la antigua Radio Voz), El club de la comedia o El Hormiguero. Esta obra no es tan sesuda como la de Roca, pero se ha forjado con una comicidad lúcida que también es patrimonio nacional, por qué no.

sábado, 4 de noviembre de 2017

DIÁLOGO Y PROPORCIONALIDAD



 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

   Que sí, que Cursach debe ser liberado hoy mismo porque, como dicen nuestros inestimables prodigios de las redes sociales y la nueva política, la cárcel no sirve para nada. Así que mejor en casita, Tolo, pues tu único pecado fue tener una idea alternativa de lo que es justo, y ante ese ejemplo de criterio propio no debemos oponer la cobarde violencia institucional. Lo mismo vale para ‘presos políticos’ como Ignacio González, o un Granados que estuvo 2’5 años en prisión preventiva. Bárcenas se chupó diecinueve meses. Todos fuera, ¡liberad a Barrabás! No judicialicemos la política porque esto de la trena no rehabilita, lo dice su ilustrísima Évole. Los jueces no se enteran de nada, batuadell!, es insoportable que quieran aplicar criterios judiciales en lugar de conveniencias electorales. Si de verdad queremos ser como Dinamarca, una minucia como es un golpe de Estado incluso debería ser aplaudida. Mejor que nos juzguen Colaus, Fachines o Rufianes, gente más fina, responsable y sobre todo tremendamente ecuánime.
El caóticamente locuaz Nel Martí también parece muy amigo del diálogo y la proporcionalidad. Sin embargo, como sus compiyoguis de gobierno, sólo exige lo que no practica. ¿Cuándo comenzamos a debatir que se corrija la desproporcionalidad de que Menorca tenga más escaños que Ibiza, contando con menos población? ¿O que Més per Menorca tenga 3 diputados con sólo 6500 votos, mientras que Ciudadanos no pasa de 2 con más de 25000 papeletas mallorquinas? Otra que tal, Margalida Capellà, que ahora afortunadamente se retira del Parlament (os acompaño en el sentimiento, Facultad de Derecho de la UIB, que es a donde regresa), predica consenso y conciliación, pero fue la primera persona que en Twitter manifestó de mala manera (“Ve preparant sa cartera, són 3000 euros”. Luego borró el tuit) su deseo de que el Govern me empurara con esa considerable sanción económica por mi tergiversada disección aquella sobre Cort y el concejal Joan Ferrer. Diálogo, pide ahora, sólo con sus amigos golpistas, pero a saco contra un modesto pero al parecer molesto plumilla. Parlem, tú conmigo, pero yo sólo si me apetece o conviene. A todo esto, sigo sin saber qué resolución tomará el Govern sobre mi multa administrativa. Pero viendo que tardaron casi 10 meses en abrirme el expediente, cuando con el otro encausado por la misma ley sólo invirtieron unas semanas en sacarle la tarjeta amarilla, puede que la intriga se alargue un poco. Les mantendré informados.
Al menos tenemos clara una cosa: la mayor de las desproporcionalidades es la que separa a tantos egos de infinita megalomanía de unos conocimientos y responsabilidades sepultados irreparablemente en el fondo de la Fosa de las Marianas, el punto más sumergido del planeta.

lunes, 30 de octubre de 2017

SOBRE CALDOS DE CULTIVO


A pesar de que el viernes no se produjo una independencia real, ergo el megaesperpento sigue batiendo records, en estos momentos en que está fructificando el viraje, pues el independentismo ha llegado a un callejón cerrado y sale del armario su némesis constitucionalista, cabe preguntarse cómo hemos llegado a esto. Y no tiene que ver precisamente con afrentas del Estado, todo lo contrario. Si la ingeniería social pujolista ha conducido a un brote psicótico intensivo en el que está instalado gran parte del independentismo, Aznar y sobre todo Zapatero mimaron la planta carnívora sin prever las consecuencias a medio y largo plazo. Sin olvidar embarazosos transformismos ideológicos: Antich (cómo crepita aún su juventud pesemera) haciendo un papelón indigno en el Senado y Armengol delatada por su insalubre subconsciente con ese “cuando yo voy a España” del miércoles en el Parlament.
La causa principal proviene de una peculiar tolerancia con el catalanismo que permite disculpar todo lo que ha ido destrozando, mientras que con el Estado se ha manejado una exigencia implacable. Esa bipolaridad colaboracionista es la que ha permitido envalentonarse al independentismo. Tomemos dos ejemplos cualquiera: una sanidad catalana mayoritariamente privatizada, la única en España con menos camas y hospitales públicos, y nadie dice una palabra. Y qué decir de su ley electoral autonómica, que descaradamente sobrerrepresenta a las provincias más catalanistas; por eso en 1999 Maragall venció a Pujol en votos pero cedió en escaños.
A nivel más personal, recuerdo cuando en 2003 iniciaba mi doctorado de filosofía en la UIB. En un curso coincidí con dos tipos cómicamente siniestros, ambos indepes: uno ha publicado poesía, el otro creo que teatro. Comentando el contenido de la clase, relacionada con cierto pensamiento judío, en el hall del edificio Ramón Llull, la charla fue degenerando hasta toparnos con los totémicos nacionalismo vasco y catalán. Ambos llegaron a disculpar los crímenes de ETA, a la par que proyectaban freudianamente acusándome de nazi, mientras que acabaron manifestando cuál era su modelo, ante mi sorpresa: no se trataba de Escocia, Quebec, Padania o Flandes, ¡sino de Islandia! Al parecer ese país, que cabe entero en Palma (y sobra sitio), contaba con dos ventajas según el criterio de estos cráneos privilegiados: no cuentan con más vecinos que los peces y, mejor aún, su nivel de endogamia y homogeneidad es de una pureza imbatible. Uno de ellos sentenció, en flagrante contradicción con su supuesto talante progresista, que los extranjeros residentes en Baleares debían integrarse o, si no, “que se atengan a las consecuencias”. Ya sabemos bien cuál es el producto de este energumenismo perfumado de supuesta modernidad que convierte en fascismo la legalidad democrática y en virtud la ilegalidad y la mentira.

(disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

sábado, 28 de octubre de 2017

DIARIO DEL MAELSTROM


 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

Lunes. El bar Panorámica va apagando las luces de su palco apolíneo por este año. Azota un punzante viento, generador de olas crispadas que en la bahía palmesana parecen preparar un amago de Maelstrom capaz de engullir, en la agreste furia de lo natural, toda construcción humana. Pero los maelstroms reales surgen siempre de nuestra humanidad más propia. El síndrome Nemo, que pulveriza lo que pretendía arreglar.
Martes. Armengol acude de luto (o con aires góticos más propios del Transilvania, un bar fantasmagórico cercano a la plaza de toros, que de la sala de las Cariátides) al Parlament para defender su gestión. La sesión parlamentaria, esos momentos estelares en los que la nada nadea en su máximo esplendor, coincide con mi indispensable seminario metafísico, que este curso mi maestro Vermal está dedicando al nihilismo en Heidegger. Dado que el Ser, condición de posibilidad de todo ente, siempre permanece fuera, en una exterioridad radical e inapropiable, nos queda al menos consolarnos con figuras que simbolizan esa sustracción ontológica: indigencia, desarraigo, extravío, caída y un prolongado y frustrante etcétera. Justo lo contrario que prometen fraudulentamente esos maximalismos políticos que traducen su deseo de plenitud en realidades insoportables: “Soñando con Escocia y despertando en el Ulster” (Rabell). Desencanto o desastre, no hay más opciones, siento desilusionarles.
Miércoles. ¡Al fin una ventaja del prusés!: no se oye apenas este año al coro de plañideras que gimotea cada final de octubre a cuenta del cambio de hora. Aún así es necesario recordarles, incluyendo en el lote a muchos periodistas y a todos los políticos del Parlament que quedaron en evidencia en 2016, que la hora artificial introducida en los años 70 es la veraniega, no la de invierno, y también que si estamos fuera de nuestra hora solar desde 1942 es porque Franco nos empujó al este, no al oeste.
Jueves. Esperpento es poco para definir los tortuosos vaivenes y medrosos globos sonda de Vileda I de Catatonia, el líder más adecuado para este oasis de la alucinación continua, la tierra prometida del dadaísmo cuya única opresión real padecida es la que ejerce el cinturón en los colmados estómagos estelados. No se ha inventado aún un concepto que pueda englobar el nivel de supremacismo, enajenación, postureo, cobardía y vileza que estamos padeciendo. Y como colofón a todo esto, el estrafalario Álvaro Marichalar se ha convertido en el seguramente único detenido por los Mossos en esta prolongada bullanga.
Viernes. No tienen agallas para dar la cara ni en el día D(ui), eucaristía del ridículo, brindis al desvarío, consagración de la pantomima urbi et orbi. Tanto presumir de ser unos gentlemen, para acabar exhibiendo un modus operandi que bascula entre el circo y el frenopático.

lunes, 23 de octubre de 2017

EL 'PRUSÉS' BALEAR

                          
(disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

     El cuerpo me pedía hoy hablar de Les Luthiers, ese argentino-judaico monumento al ingenio, la sutileza y la bonhomía, de los casi invencibles All Blacks o de los físicos que han descubierto las ondas gravitacionales. Pero nada, una de los fastidios del prusés es que ahoga toda muestra de mérito y civismo que comparezca en la actualidad. Qué remedio, llega el momento de la verdad y nos jugamos mucho en esto, así que mejor recoger el guante: tras tanta pantomima y postureo, el 155 supone el paso de las musas al teatro. Y esa realidad no tiene nada que ver con las fantasías siderales que algunos se habían montado. Si un mantra ha atravesado las últimas décadas del catalanismo es el que considera a(l resto de) España como poco europea, privilegio civilizador que aquí encarnaría mayestáticamente la tumultuosa tropa estelada. Pero no parece verosímil viendo quien es el que se salta las leyes que no le gustan, que miente a todas horas y que desde una posición de privilegio (más autonomía que Escocia y Quebec) se lanza a una desaforada rebelión que produce más sonrojo que otra cosa. Cada paso que da el independentismo significa varios años más de trabajo para revertir el prestigio pulverizado que están mostrando a Occidente.
En Baleares resulta muy interesante el rebote que pueda producir el prusés. Certificada la batasunización (y presumible corrupción) de un Més que timó en 2015 a unos 20000 votantes que se creyeron la trola de que priorizaban lo social antes que lo identitario (no me puedo reír más de estos incautos porque entre ellos están algunos de mis amigos), falta saber qué sucederá con el PSIB. Llevo tiempo profetizando que se escindirán el PSC y el PSIB, víctimas de jugar tanto tiempo a dos barajas: lo que sirve a una estrategia muy concreta puede ser letal cuando la ambigüedad se prolonga y la sociedad entra en tensión. Las dos almas de estas formaciones difícilmente podrán soportar unidas la previsible ulsterización de Cataluña, y me sugiere mucha curiosidad ver cómo cuajará cada partición. Porque tengo bastante claro que aunque la mayoría de cargos y afiliados esté con Armengol (el pesebre obliga), la fidelidad de los votantes va por otros barrios. Fijémonos en el apoyo que obtenía el añorado Félix Pons (35’11%), y comparemos con la sima de Francina (18’94%) hace dos años. Se ha seguido la misma travesía del PSC: a medida que han ido catalanizando su discurso, los votos se evaporaban de las urnas. Y asombrosamente siguen sin saber el porqué… Por eso no me extrañaría nada que un PSOE balear ganara en votos, o al menos le pegara un estimable bocado, a un PSIB vampirizado por Més.

sábado, 21 de octubre de 2017

RETORNO A '1984'


 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

En un mundo en que se leen cada vez menos libros, en que salimos de la escuela educados en valores (o sea, con determinadas papeletas de voto en la boca) pero desconocedores de los vaivenes de la historia o de un sentido realista de la naturaleza humana, no es difícil empotrarse numerosas veces contra los mismos muros, como estamos viendo. Ya saben lo que decía Jorge Santayana sobre los errores de la ignorancia. Regresamos así a 1984, la famosa novela distópica de Orwell, pero al 1984 real, es decir, no al convenientemente adulterado por algunos en el que Orwell se inspiraría en los países capitalistas para su escenario futuro de delirio totalitario sino al fidedigno de las dictaduras comunistas con las que se enfrentó en su momento álgido desde posiciones socialdemócratas.
Y volvemos a ese universo bipolar porque casi todo lo que escuchamos entre las filas independentistas sigue los mismos parámetros retorcidos de la neolengua del Big Brother, una especie de esquizofrenia sentimentaloide que lleva a asegurar que es un golpe de Estado cumplir la ley y que vulnerarla significa la máxima expresión de la democracia. También (y esto lo traslado desde unos tuits esta semana de Plis, Educación por favor), fascismo es poder elegir entre dos lenguas vehiculares, pero la excelencia democrática consiste en imponer sólo una; lo primero también es viciosa y errática ideología, mientras que lo segundo sería expresión virginal y rigurosa de la ciencia pedagógica. Y qué decir del diálogo, sólo esgrimido en una dirección: ¿Por qué no dialoga Armengol con los hoteleros la ecotasa o con Airbnb el alquiler vacacional? Parlem, Francina, no fotem! En la apoteosis de la frivolidad, se sueltan inanidades pomposas que no evidencian otra cosa que el nivel de desvarío adquirido: eso de que toda Constitución debe votarse de nuevo cada generación, como si se hiciera en todas partes cuando no sucede en ninguna. Escribió el jueves el gran Ramón de España, parafraseando a Ignacio Vidal-Folch, que la ayuda internacional que necesitarían las huestes indepes deberá encarnarse en trenes llenos de psiquiatras. Para desentumecer tanta neurona obstruida por ataques de postureo.
Por cierto, Orwell conoció Cataluña durante la Guerra Civil, hasta el punto de dedicarle un interesantísimo libro, Homenaje a Cataluña, del que se dijo que Kubrick quería llevar a la gran pantalla. Ahí retrató una de las caras que no suelen recordarse de nuestro combate fratricida: el enfrentamiento intrarrepublicano entre las milicias del POUM, en las que se enroló Eric Blair (nombre civil de nuestro escritor de hoy), y los comunistas amparados por Stalin, que arrasaron con todo en la Barcelona de 1937, en otro ejemplo de que el mítico Seny también tiene mucho de neolengua.

lunes, 16 de octubre de 2017

CEGUERA SELECTIVA


 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

Somos humanos porque somos subjetivos. Pero también, como humanos, es exigible embridar esa subjetividad, hacer frente a los sesgos que nos llevan a decantarnos por esto y no por aquello. ¿Por qué siendo todos tan amantes de la igualdad luego defendemos asimétricos Conciertos económicos? ¿Por qué decimos que hay que depurar el escándalo de las cajas de ahorros pero después miramos a otro lado cuando comparecen las mangarrufas de la antigua Sa Nostra? En otro orden de cosas, pero siguiendo la misma senda de percepción sinuosa, es curioso cómo sobreviven en las afueras de nuestra mirada singularidades tan estimables como la curiosa momia egipcia del más curioso aún Museo Bíblico. O un cementerio judío no muy lejos de Palma. Ya no sobrevive, que yo sepa, pero había en un bar de Llubí unos animales deformes que el dueño guardaba en unas vitrinas que espantaban a sus clientes, yo incluido en los años 80 cuando mis padres visitaban a un amigo, el rector Joan Rosselló. Por no hablar del bar Panorámica, al que me referí hace poco.
Hoy hablaré del islote de Na Galera. Lo hemos tenido siempre delante de nuestras narices, pero fruto de esta subjetividad descuidada tan nuestra nunca le habíamos dado la menor importancia. Una roca frente a Can Pastilla, nada más. Este verano le he dedicado un reportaje en la Gaceta Náutica, y ya destaqué que podría servir como metáfora de nuestro buen hacer: mirada distraída que sólo se pasea sobre las cosas, pero sin fijar el foco ni escrutar detalles. Así se desatienden logros importantes para cortejar minucias prestigiadas por lo identitario, el dinero o a saber qué más. Menos mal que de vez en cuando aparecen individuos insólitos que son capaces de intuir de verdad lo importante, ir más allá de lo evidente y trabajar sin seguir dinámicas trilladas.
En este caso hablamos de Ramón Martín, co-director de las excavaciones arqueológicas que han encontrado en Na Galera un fascinante santuario púnico y varios restos talayóticos. Martín es un auténtico self-made man, pues trabajando en el mundo del turismo se recicló ya mayor estudiando arqueología en la UNED, y con su equipo de colaboradores y voluntarios (necesarios estos en un proyecto en que el dinero público anda muy justo) ha ido profundizando desde 2012 en las entrañas de este islote desenmascarando nada menos que restos de una docena de seres humanos, fragmentos de muros, cerámica diversa, un pozo funerario, tres cisternas, monedas púnicas e increíblemente los esqueletos de unos 2000 cormoranes (adultos y enteros), que al parecer liquidaban para que no les birlara la pesca. En estas semanas se va acabando el proceso de excavación y quedan más maravillas por emerger.

sábado, 14 de octubre de 2017

RULL, TURULL Y CUCURULL


 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

        Los tiempos están cambiando, como cantaba Dylan, y eso también sucede en el mundo del humor: se acabaron los chistes de leperos, ahora sustituidos por los de catalanistas estelados, con su taumatúrgico Fregonademont al frente. Es ya un desmelenado festival del humor lo que rodea al surrealista prusés, una revolución no tanto de las sonrisas como del cachondeo. El martes pasado “ocurrió lo que ocurrió” (Tardà), una broma eslovena variante de “la parte contratante de la primera parte” de unos hermanos Marx completamente superados por la cuadrilla de los Rull, Turull y Cucurull, la independencia cuántica de los 10 segundos, una brecha dadaísta en el espacio-tiempo, coitus interruptus que dejó las 10 horas del Estat Català de Companys como una eternidad insoportable. Pasto de las redes sociales, que se llenaron de bromas sobre la gesta del frikismo de la Generalitat, El Mundo Today intentó una historia de esta efímera República Catalana narrando decenas de detallados gestos de aparente cotidianidad pero honda grandeza, y en Facebook Marc González dio en el clavo con gran (im)precisión mallorquina: “Puigdemont ha deixonat una deixona”.
Del citado trío mágico del humor lleva años destacando Víctor Cucurull, menos conocido que sus compadres Josep Rull y Jordi Turull, pero un prodigio inimitable, una fábrica industrial de carcajadas que ha registrado cimas de la diversión hasta ahora nunca descubiertas. Capitanea el Institut Nova Història, aquel think tank de Ganímedes que se dedica a catalanizar con derroche alucinatorio todos los logros españoles y europeos: Cervantes, Hernán Cortés, Garcilaso, Colón, Da Vinci, Erasmo y muchos más. Algún despistado acusará a Nova Història de supremacismo, pero eso sería no entender la posmoderna forma de humor que manejan, cristalización depurada de tantas inteligencias, culmen de la filigrana ocurrente. Todo ello bajo la mirada flipadísima de la diputada cupera Eulàlia Reguant, que parece huida de alguna película de terror de Dario Argento, rey del giallo.
Pero también tiene margen el humor a la vieja usanza, el humor intencionado, y en Cataluña de eso aún queda. Siguiendo la noble herencia de Eugenio y Capri, eclosiona el joven Jaume Vives, inspirado líder de la Contrarevolució dels Somriures, que ha emancipado a su balcón en la barcelonesa calle Balmes del opresor vínculo con su comunidad de vecinos para mancomunarse con los balcones resistentes de las fincas de enfrente. Tras una votación de más de 20 personas que generaron dos millones de votos, tutelados por observadores internacionales (dos guiris vecinos que pillaron en plena calle), han procedido a la independencia… aunque también le han puesto un puigdemontiano freno, esperando acontecimientos, mientras silencian los conciertos de romas cacerolas indepes pinchando a todo trapo El porompompero y el Que viva España de Manolo Escobar.

lunes, 9 de octubre de 2017

EL FIN DEL SILENCIO


 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

       Asegura Yocasta en Las fenicias de Eurípides que “es propio de esclavos no decir lo que se piensa”, y en Cataluña ha existido en las últimas décadas un serio déficit de sinceridad por parte de la mitad no catalanista de la población, fruto de la insistente presión social y mediática que sacralizaba un único discurso posible. El supuesto “oasis del seny” ha resultado ser una de tantas aldeas tribales. Ha sido preciso que se viera el abismo, la cercanía de un enfrentamiento directo y total, para que la mayoría silenciosa abandone el miedo y se exprese abiertamente. Y, qué curioso, resulta que lo que necesitaba expresar no era ningún sangriento culto al dios Moloch sino la pulcra y responsable defensa del Estado de derecho y el respeto a la pluralidad de una sociedad democrática.
Somos un país realmente singular, aunque en muchas ocasiones propician esta extravagancia aquellos que dicen sentirse muy alejados de cualquier idea de España. Y es que los caminos de su coherencia son inescrutables. Por ejemplo, el rollo este del “parlem”. ¿Se imaginan un “Bárcenas, hablemos”? ¿O un “no demonicemos a Cursach, ¡diálogo!”? Todavía falta que alguien explique, sin apelar a sus caprichosos testículos, cuáles son los delitos que deben acabar en diálogo y cuáles no. También es curioso el asunto de las banderas, porque ahora muchos que han estado años y años bastante despistados cuando lo envolvía todo la estelada, símbolo que expresa conflicto y exclusión, omnipresente incluso en la manifestación contra los atentados islamistas de agosto, ahora cuando sale del armario una rojigualda que representa a toda la ciudadanía se escandalizan y ensayan un pomposo discurso contra todas las banderas. Excepto la blanca, señal de rendición.
Realmente el punto de inflexión contra el golpe independentista ha sido, y ya no hay ninguna duda al respecto, el discurso del Rey Felipe VI, un caso de extraño de Borbón que no “borbonea”, al menos el martes, y por eso pilló a contrapié a tantos que, aturdidos, sacaron a pasear el sobado repertorio de mantras insolventes contra la monarquía constitucional. Primero, niegan que esta figura real esté legitimada por los votos de los españoles, olvidando que el referendum de la Constitución de 1978, aprobado por el 91’81 % de los electores, certificaba el papel que juega la monarquía en nuestro sistema; y, segundo, olvidan también, o seguramente ni lo saben, que los países más democráticos del mundo son monarquías: Dinamarca, Holanda, Noruega, Suecia, Canadá, Australia o Nueva Zelanda. En los tres últimos casos, la reina de estos Estados pernocta en Londres, pero el sistema en definitiva no es republicano. En estos menesteres, ser pragmático, como es mi caso, permite librarse de desagradables úlceras mentales.

sábado, 7 de octubre de 2017

EL ‘PRUSÉS’ DE LAS TROLAS


Lo normal sería que todos estuviéramos celebrando el reciente Nobel de Física para los descubridores de las ondas gravitacionales, sobre todo cuando tenemos en la UIB al grupo de investigación de la doctora Sintes que ha participado en los cuatro hallazgos. En el mundo científico por lo general funciona la meritocracia; muy difícilmente se quedan fueran de circulación los mejores miembros de esta comunidad. Por no hablar de que el elemento identitario o nacional no suele tener ningún peso. Qué constraste con la esfera política, sobre todo en nuestro entretenidísimo país, donde parece funcionar el filtro opuesto: los más ineptos copan los puestos de mando. Todo lo que en la ciencia significa avance, se convierte en retroceso en la política. ¿Por qué los limitados estudiantes de Cataluña y Baleares salen de la escuela pública sin saber nada de ciencia pero perversamente adiestrados en las disputas identitarias más conflictivas?
Qué remedio, hablemos del ‘prusés’. Tanta arrogancia desatada, tanto desvarío de gritos e intimidación, y entonces llega la banca, el Sabadell y la antigua La Caixa, y se retira del escenario. De repente si hasta callan las omnipresentes caceroladas… para que luego digan que los chistes sobre el apego a la pela no tenían cierto sentido. Se ha postergado un poco, pero el trompazo con la realidad ya está dejando importantes secuelas. Hasta ahora tal vez no se había producido porque las mentiras que iban escampando políticos y periodistas catalanistas conseguían echar raíces en el jardín patrio. En las últimas semanas se percibe una mayor materia gris en el periodismo a la hora de chequear las noticias, pero durante demasiados años nos han ido colando decenas de trolas que intoxicaron el debate y las emociones cívicas. Si la última semana ha estado preñadísima de fake news, algunas evangélicamente milagrosas (como esa multiplicación epifánica de votantes y heridos), no debemos olvidar que todo nació ya con mentiras: el coreadísimo “Espanya ens roba” del supuesto “expolio fiscal”, que fue fatídicamente desmantelado hace tres años por un riguroso estudio de Ángel de la Fuente sobre las balanzas fiscales (no han vuelto a lloriquear apenas sobre el tema, pero porque ha sido amortizado: sin ese veneno esparcido, no tendríamos el motín actual), la austeridad de la clase dirigente catalana (cuando han disfrutado como timonel del Molt Honorable Defraudador y famiglia), y sobre todo el dichoso Seny, el mayor timo de la estampita conocido.
A este ritmo de masivas fugas empresariales, que dejarán así de pagar sus impuestos en Cataluña, al final van a conseguir los independentistas aquello que pretendían: dejar de ser solidarios con el resto de España, pues su PIB se está descalabrando más que la carrera de Fernando Alonso.

(disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

lunes, 2 de octubre de 2017

PARÁBOLA DEL BOMBERO PIRÓMANO


Aunque vivamos en una sociedad mal informada y con un bagaje cultural e histórico lamentable (ya sea por carencia o manipulación), no han inventado nada: que los más incendiarios se presenten como la solución al problema que han provocado estaba ya en El príncipe de Maquiavelo y se percibe desde los inicios de nuestra conflictiva especie. El indepentismo nos ha llevado hasta aquí, con el añadido de que es el modus operandi de la CUP la que dirige estos últimos meses de desmadrado prusés. Sin olvidarnos de las dos legislaturas de ZP, que mientras con una mano trataba de humillar a las víctimas de ETA pactando con sus asesinos, sin llevar esa iniciativa en su programa electoral y vulnerando el Pacto Antiterrorista, con la otra reabría las heridas de la Guerra Civil, elemento indispensable para entender el nivel de furia cainita que se padece hoy. Por no hablar de su insólito apoyo al pre-Estatut y al impresentable Pacte del Tinell. Pero ZP, como el Nazarín de Buñuel, ahora se hace el despistado respecto al incendio populista que ha avivado.
Como escribo esto el domingo a media tarde, algo quedará en el tintero. Además, he tomado la precaución de no seguir en directo los acontecimientos de ayer por la mañana en Cataluña. Ya desconecté de redes y medios cuando el atentado islamista en Barcelona (¿Alguien lo recuerda? Todavía quedan heridos en hospitales, pero no hay dudas de que esos crímenes eran una molestia para el independentismo pues desviaba la atención de su obsesivo prusés), porque la histeria y la desinformación canibalizan siempre una reflexión que, como ya señalaba Aristóteles (con el theorós, el que elabora una teoría), precisa de la distancia. Y realmente lo sucedido no me sorprende: los Mossos a lo suyo, colaboracionistas y sin garantizar la legalidad que les paga un elevado sueldo, y la turba usando a niños y viejos como escudos humanos. Si hemos llegado hasta aquí mediante embustes, puestos en marcha por una educación que se ha utilizado de forma desleal y antagonista, y amplificados por los medios catalanes, la manipulación sigue carburando a buen ritmo: fotos falsas (de agresiones de 2012 perpetradas por ¡los Mossos!), la anciana que se golpea con unas escaleras pero que se asegura víctima de las porras, barricadas contra órdenes judiciales, urnas opacas que llegan llenas de papeletas a los colegios, etc.
Nos ha llegado la factura. Pero no tanto por el centralismo o la falta de diálogo como por no haber convertido a una sociedad (la española en su totalidad) adolescente, fagocitada por simplezas, frivolidad y una emotividad a flor de piel, en un ente más reflexivo y atento a la realidad concreta de los hechos.

(disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

sábado, 30 de septiembre de 2017

LA VIDA EN LA SOMBRA


  (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

Cuando llega el otoño, me paso las tardes en la terraza del Panorámica, un bar escasamente conocido, a pesar de contar con varias décadas de vida, que está en Bellavista y tiene, como indica el nombre del lugar, la mejor perspectiva posible de la bahía de Palma. Ahí aflora lo que cohibe la áspera cotidianidad. “Todo lo interesante ocurre en la sombra”, escribió Céline. Llevo un tiempo con dos sueños que se reiteran: uno muy concreto y el otro más intuitivo y difuso. En el primer caso, veo precisamente desde la elevación apolínea del Panorámica la bahía palmesana vaciada de agua, con el fondo seco, aunque a veces se manifiesta todavía mojado y fangoso. Una visión convulsa en su belleza furiosa y también en su fisura de toda lógica. Me fascinan esas estampas de la desolación, como aquella imagen veneciana que deleitaba al pintor Riera Ferrari, fallecido hace unos meses: un cementerio de barcos que se pudren en una dársena.
En el otro sueño, y de alguna manera insuflado por una de las películas que mayor impacto me han causado, Érase una vez en América de Sergio Leone, brota la alienante sensación de que fallecí en el accidente de moto de julio del año 2000 que he relatado en estas páginas y que me seccionó la femoral; fue un milagro que una ambulancia que pasaba por el Mercapalma me cogiera a tiempo. Ahí presiento que los 17 años que han venido después no son más que una proyección onírica: el breve momento del estertor comprimiendo más de 6000 días como si fuera el núcleo de un agujero negro.
Releyendo textos de Heidegger sobre el nihilismo, tomando unas hierbas dulces y fumando un habano pasan mis tardes en el Panorámica a la espera del crepúsculo, ese final de la luz y del tiempo que siempre insinúa ser el último (¿mi segundo sueño?). A pesar del fabuloso avance científico, a veces parece que el emancipador paso del mito al logos definido por Wilhelm Nestle, refiriéndose a la Grecia clásica, no se acaba de producir en nuestras mentes. El sistema progresa, pero el hombre diría que menos. Nos acosan fantasmas primigenios que se han hecho fuertes en un punto ciego de nuestro ser; no podemos alcanzar esos rincones, lo que imposibilita su completa fumigación, pero sí podemos acotarlos con disciplina y desde luego sin ingenuidades que podían entenderse hace siglos, incluso hace décadas, pero que ahora ya no nos podemos permitir. La dicotomía entre tragedia y catástrofe; no entrenarse en la incertidumbre y el desarraigo nos conduce a lo peor. Como decía Dante en la Divina Comedia, “no hay remedio para tu fractura, tu herida es incurable”.
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