lunes, 6 de marzo de 2017

DIARIO DEL SUBSUELO


 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

Lunes. Cena con grandes amigos filósofos, comulgando con los brebajes de un vistoso alcohoaltar de Santa Catalina, tras saquear viandas orientales. Pocas cosas que celebrar, pero basta y sobra con el prodigio de la amistad, algo enigmático y extraño, única asignatura en la que no he fracasado en mi vida.
Martes. Més sigue siendo fiel a sí mismo, presumiendo de granítica coherencia. En el Parlament presentan una encendida defensa de la libertad de expresión, a cuenta del caso Valtonyc. Quedan con justicia excluidos de esta apelación a la parresía personajes siniestros como un servidor, para cuya boca los pesemeros pedían en septiembre la mordaza de su nueva ley LGTBI. Lo mío era mucho menor que lo del rapero, pero mi infecta naturaleza me sentencia a priori. Bien está.
Miércoles. El Día de Baleares, ¡todos a cubierto, la identidad acecha! No queda más remedio que convivir con las identidades colectivas, pero no sé si es buena idea eso de hacerles homenajes. Aunque la identidad balear tiene algo que la hace especial: nadie se la cree. Pero también en estos casos espectrales sigue vivo el culto alienante a la autoctonía, la tierra baldía que sólo deja “imágenes rotas donde el sol golpea” (Eliot).
Jueves. Síntoma del cachondeo de nuestros tiempos, la poco democrática Cámara de los Lores le da una lección de fair play, inteligencia y dignidad a la supuestamente democrática Cámara de los Comunes. Los Lores al final podrían ser el último dique del saludable elitismo británico, ahora que los hooligans han asaltado los cielos y consolidan disparates irreversibles, demostrando que los plebiscitos no solucionan los problemas sino que incluso los agravan.
Viernes. Días después de su inimaginable detención (tengo que escribirlo dos veces para creerlo: ¡Detención!), Cursach entra en la cárcel. Quién sabe si al final tendremos que redefinir nuestro lema “islas de corruptos” en favor de un “islas de fiscales y jueces que trincan a los corruptos”. No me acabo de fiar de que esto acabe bien, pero ahí tenemos el milagro de retener ya casi 4 años a Munar en la jaula. Como Planas Bennásar, nunca he pisado Territorio Cursach. Ligero consuelo de habitar el subsuelo: no contribuyes ni con medio euro al triunfo de lo que Cursach representa.
Sábado. La raza de los titanes antisistema ya no es lo que fue. El fiero Valtonyc que desea liquidar a alguien para justificar su pena judicial tiene sus cuartos, además de una hipoteca (¡con sólo 23 años!), nada menos que en el Deutsche Bank, el epicentro neurálgico del statu quo. Juraría que en el Manual del Buen Revolucionario a estas actividades no se las llamaba revolucionarias sino pequeñoburguesas. Pero seguramente me equivoco.

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