lunes, 1 de mayo de 2017

ARRIBA MACRON, ABAJO LA CORRUPCIÓN



Lamentaba la semana pasada que ser doctor en filosofía te condene en Spain is pain a pegarte un tiro o malvivir de camarero o gigoló. Sin embargo, no estamos ante una pauta universal, porque en otros países estas ocupaciones te pueden conducir nada menos que a ganar unas elecciones generales. Bueno, no sé si ha sido ésta la causa pero al menos no ha incordiado la mochila filosofera. 
      Lo digo por el exitoso monsieur Macron, del que se han destacado mucho sus quehaceres en la banca Rothschild, en algunos casos con manifiestos tintes judeófobos, pero que también tiene su magnífico bagaje filosófico. Apunten: tesis sobre el densísimo Hegel (para los no versados, piensen en lo más denso que se les ocurra, y entonces multiplíquenlo por cien) y otra sobre Maquiavelo (que le habrá venido muy bien para saber hacerle la pirula al Partido Socialista), además de ser asistente del gran Paul Ricoeur, el de los “filósofos de la sospecha”.
Como en las últimas generales carpetovetónicas ya ni me molesté en acercarme a mi colegio electoral, me doy a dar la revancha y el gusto de votar a Macron. Como no soy francés, tendré que hacerlo por persona interpuesta, abusando de mi querida Caroline, que tiene la doble nacionalidad y no pensaba ir al consulado de Palma a votar.
Por otra parte, y aunque seguro que no lee mis disecciones, esta semana el juez De la Mata me ha hecho caso encarcelando a Pujolet, el primogénito del Molt (des)Honorable. Ya era mucho pitorreo, incluso para el clan, escamotear 30 millonazos mientras se le investigaba, así que compartirá cárcel con el pepero Ignacio González, en una dinámica interesante que podría dar la razón a un amigo mío que lleva diciendo desde hace años que sería mejor meter preventivamente en la cárcel a todos los políticos, y que luego los procesos abiertos no sirvan para quitarles la libertad sino para concedérsela en base a méritos.
El caso de González y el PP de Madrid es particularmente jugoso. Mientras la lideresa perdía el tiempo con sus ofuscadas ocurrencias, como instalar detectores de catalanistas en la sede del PP balear, su gallinero preparaba laboriosas oposiciones a Capone. Los conservadores han criticado mucho la presunta superioridad moral de la izquierda española, pero ellos han caído en el mismo vicio, fardando con solemnidad de gestión. De limpieza hace años que miran a otro lado, con ese estilo dontancredista de Rajoy, al que le queda todavía un valiosísimo aliado: un Iglesias experto en pegarse tiros en el pie y facilitarle las cosas a los populares. Viendo como trabajan tan apasionadamente a favor de sus rivales, ¿el problema no será que el 90 % de la clase política milita en el partido equivocado?

 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

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