lunes, 2 de octubre de 2017

PARÁBOLA DEL BOMBERO PIRÓMANO


Aunque vivamos en una sociedad mal informada y con un bagaje cultural e histórico lamentable (ya sea por carencia o manipulación), no han inventado nada: que los más incendiarios se presenten como la solución al problema que han provocado estaba ya en El príncipe de Maquiavelo y se percibe desde los inicios de nuestra conflictiva especie. El indepentismo nos ha llevado hasta aquí, con el añadido de que es el modus operandi de la CUP la que dirige estos últimos meses de desmadrado prusés. Sin olvidarnos de las dos legislaturas de ZP, que mientras con una mano trataba de humillar a las víctimas de ETA pactando con sus asesinos, sin llevar esa iniciativa en su programa electoral y vulnerando el Pacto Antiterrorista, con la otra reabría las heridas de la Guerra Civil, elemento indispensable para entender el nivel de furia cainita que se padece hoy. Por no hablar de su insólito apoyo al pre-Estatut y al impresentable Pacte del Tinell. Pero ZP, como el Nazarín de Buñuel, ahora se hace el despistado respecto al incendio populista que ha avivado.
Como escribo esto el domingo a media tarde, algo quedará en el tintero. Además, he tomado la precaución de no seguir en directo los acontecimientos de ayer por la mañana en Cataluña. Ya desconecté de redes y medios cuando el atentado islamista en Barcelona (¿Alguien lo recuerda? Todavía quedan heridos en hospitales, pero no hay dudas de que esos crímenes eran una molestia para el independentismo pues desviaba la atención de su obsesivo prusés), porque la histeria y la desinformación canibalizan siempre una reflexión que, como ya señalaba Aristóteles (con el theorós, el que elabora una teoría), precisa de la distancia. Y realmente lo sucedido no me sorprende: los Mossos a lo suyo, colaboracionistas y sin garantizar la legalidad que les paga un elevado sueldo, y la turba usando a niños y viejos como escudos humanos. Si hemos llegado hasta aquí mediante embustes, puestos en marcha por una educación que se ha utilizado de forma desleal y antagonista, y amplificados por los medios catalanes, la manipulación sigue carburando a buen ritmo: fotos falsas (de agresiones de 2012 perpetradas por ¡los Mossos!), la anciana que se golpea con unas escaleras pero que se asegura víctima de las porras, barricadas contra órdenes judiciales, urnas opacas que llegan llenas de papeletas a los colegios, etc.
Nos ha llegado la factura. Pero no tanto por el centralismo o la falta de diálogo como por no haber convertido a una sociedad (la española en su totalidad) adolescente, fagocitada por simplezas, frivolidad y una emotividad a flor de piel, en un ente más reflexivo y atento a la realidad concreta de los hechos.

(disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

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