sábado, 14 de octubre de 2017

RULL, TURULL Y CUCURULL


 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

        Los tiempos están cambiando, como cantaba Dylan, y eso también sucede en el mundo del humor: se acabaron los chistes de leperos, ahora sustituidos por los de catalanistas estelados, con su taumatúrgico Fregonademont al frente. Es ya un desmelenado festival del humor lo que rodea al surrealista prusés, una revolución no tanto de las sonrisas como del cachondeo. El martes pasado “ocurrió lo que ocurrió” (Tardà), una broma eslovena variante de “la parte contratante de la primera parte” de unos hermanos Marx completamente superados por la cuadrilla de los Rull, Turull y Cucurull, la independencia cuántica de los 10 segundos, una brecha dadaísta en el espacio-tiempo, coitus interruptus que dejó las 10 horas del Estat Català de Companys como una eternidad insoportable. Pasto de las redes sociales, que se llenaron de bromas sobre la gesta del frikismo de la Generalitat, El Mundo Today intentó una historia de esta efímera República Catalana narrando decenas de detallados gestos de aparente cotidianidad pero honda grandeza, y en Facebook Marc González dio en el clavo con gran (im)precisión mallorquina: “Puigdemont ha deixonat una deixona”.
Del citado trío mágico del humor lleva años destacando Víctor Cucurull, menos conocido que sus compadres Josep Rull y Jordi Turull, pero un prodigio inimitable, una fábrica industrial de carcajadas que ha registrado cimas de la diversión hasta ahora nunca descubiertas. Capitanea el Institut Nova Història, aquel think tank de Ganímedes que se dedica a catalanizar con derroche alucinatorio todos los logros españoles y europeos: Cervantes, Hernán Cortés, Garcilaso, Colón, Da Vinci, Erasmo y muchos más. Algún despistado acusará a Nova Història de supremacismo, pero eso sería no entender la posmoderna forma de humor que manejan, cristalización depurada de tantas inteligencias, culmen de la filigrana ocurrente. Todo ello bajo la mirada flipadísima de la diputada cupera Eulàlia Reguant, que parece huida de alguna película de terror de Dario Argento, rey del giallo.
Pero también tiene margen el humor a la vieja usanza, el humor intencionado, y en Cataluña de eso aún queda. Siguiendo la noble herencia de Eugenio y Capri, eclosiona el joven Jaume Vives, inspirado líder de la Contrarevolució dels Somriures, que ha emancipado a su balcón en la barcelonesa calle Balmes del opresor vínculo con su comunidad de vecinos para mancomunarse con los balcones resistentes de las fincas de enfrente. Tras una votación de más de 20 personas que generaron dos millones de votos, tutelados por observadores internacionales (dos guiris vecinos que pillaron en plena calle), han procedido a la independencia… aunque también le han puesto un puigdemontiano freno, esperando acontecimientos, mientras silencian los conciertos de romas cacerolas indepes pinchando a todo trapo El porompompero y el Que viva España de Manolo Escobar.

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