lunes, 27 de febrero de 2017

TRAFICANTES DE MALESTAR


 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares. Foto: El País)

Hoy en día, presos de la esquizofrenia que lleva desde los medios y los partidos a sepultar mejoras objetivas, generándose la extraviada percepción social de que vivimos peor que nunca y vamos directos hacia la catástrofe, lo mejor es encerrarse el mayor número posible de horas al día en una acogedora torre de marfil. Pero no tanto para olvidarse del mundo como para entenderlo mejor.
Si hace poco les recomendaba La democracia sentimental de Arias Maldonado, no quiero olvidarme de la minuciosa trilogía sobre el comunismo, Los enemigos del comercio, recién finiquitada por el gran Antonio Escohotado. Aunque hoy hablaré principalmente de otro magnífico filósofo español, José Luis Pardo, que nos ha regalado un Estudios del malestar que desentraña fenómenos fundamentales de nuestra realidad actual.
Todo el mundo entiende las corruptelas del partido en el poder, o los tratos de favor a ex-jugadores de balonmano blaugrana y pícaros mahoneses (cuyo origen nunca se especifica en los medios de Baleares), pero son más difíciles de describir ardores como los de la entrañable panda de Més, al parecer un colectivo dadá, sentenciando campanudamente que aplicar la legalidad democrática implica “judicializar la política” y, ojo al dato, “vulnerar los principios democráticos”. ¿Nos estará animando el finísimo jurista David Abril a que, para ser verdaderos demócratas en Baleares, nos pasemos por la entrepierna las leyes del Pacte? Quién sabe qué se cuece en el interior de mentes tan evolucionadas. Si dejamos fuera de foco por un momento a la siempre útil psiquiatría, sobre todo en una era tan paranoica como la actual, la filosofía de Pardo puede ayudarnos bastante.
Orbitamos alrededor del malestar y la autenticidad. Entendiendo malestar como aquello que los más interesados (“conflictivistas”, abonados al antagonismo persistente) cultivan y exportan, pero ofreciéndose después para su superación, cual enémisa reencarnación de la figura del bombero pirómano. Teniendo en cuenta que la solución siempre vendrá, barriendo para casa, de una vuelta a la supuesta autenticidad, aquel estado originario que no hace buenas migas con los complejos inventos de la civilización, esos mecanismos que nos alejan de nuestra esencia elemental, la que elude todo refinamiento en beneficio del pendular duelo entre “amiguetes y enemiguetes” (Sánchez Ferlosio).
De ahí parten los caminos de ruptura con lo general, el pretender que lo nuestro, como pueblo sagrado, está por encima de consensos y mayorías. Lo unilateral como atributo de esa autenticidad que se salta la ley si conviene, pero que la aplica sin clemencia cuando es preciso. Y es que el principal problema del sectarismo, como recuerda Pardo, es su incapacidad para expresarse en términos universales. Sus normas no pueden generalizarse porque conllevarían un generoso ámbito de igualdad que no están dispuestos a tolerar.

lunes, 20 de febrero de 2017

REBAJAS JUDICIALES



Poco que añadir al espectáculo de Nóos, ya sólo quedan los despojos. Ninguna sentencia judicial tiene como fin contentar a los ciudadanos, pero sin duda estamos ante una resolución bastante amable con los acusados. Sobre todo con uno de ellos, que además de ni pagar costas se ha visto claramente favorecid@ por elásticas decisiones de Hacienda, ya saben, la apisonadora de Montoro que flagela al común de los mortales pero que en ocasiones especiales como ésta se convierte en exquisito balneario que incluye masajes, jacuzzi y otros servicios igual de estimulantes.
Parece que vivimos un momento de especial flexibilidad judicial en Baleares (no en Valencia). Ahí está el caso, menos mediático, de El Prestamista, al que le acaba de salir gratis (de 19 años que se pedían, a una multita) extorsionar, secuestrar y demás entrañables ocurrencias. Mejor que siga libre, ¿no?, todo sea para que no decaiga la fiesta.
Visto así, si están pensando en delinquir mejor háganlo ahora mismo, no lo aplacen. Sus señorías están especialmente empáticas, y sería de torpes no aprovechar. Sobre todo con la fabulosa oferta del 2x1 que supone tener como fiscal a Pedro Horrach, porque se contará entonces con ¡dos abogados defensores por el precio de uno! La pega es que en breve deja el cargo mi insustituible tocayo, con el que, lo reitero, no me une el más mínimo parentesco.
Luego está lo de su señoría Balti. De todo lo comentado, que ha sido mucho, me quedo con el voluble modus operandi de los de Jarabo: el mismo hecho (defender el convenio de Bachiller) que acabó en la defenestración, con satanización añadida, de Seijas y Huertas, ha aupado al escuálido Picornell hasta convertirse en la segunda autoridad de las Baleares. ¿No habría sido mejor escoger a Morrás? Así al menos no se perdería peso político.
También está lo del atuendo, esos hábitos podemitas elegidos con tanto cuidado (tiene razón mi compañero y amigo Miró: sólo a ellos les importan estos detalles triviales), se supone que para humanizar las instituciones. Pero luego se descuelga Iglesias con un impecable esmoquin en la gala de los Goya. Dirán que los del cine son gente más respetable que los políticos, pero no lo tengo tan claro. Se habla poco del habitual fraude en las subvenciones que se manejan (ahí está lo denunciado, entre otros, por Tinieblas González. ¡Quién pillara ese nombre!). Y desde luego no saben contar, o nos toman por cretinos, cuando en lo que aportan a las arcas del Estado suman no sólo lo del cine patrio sino todo el internacional, pero como si fuera exclusivamente autóctono. Cuando en 2016 no se han abonado 23 millones, sino dilapidado 54.

 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

lunes, 13 de febrero de 2017

SIENTO, LUEGO EXISTO


 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

Este mes el profesor Manuel Arias Maldonado presentó en Palma su minucioso y reflexivo ensayo La democracia sentimental. Una obra especialmente recomendable en épocas vampirizadas por la emotividad estéril. En el turno de preguntas, me animé a lanzar una de las cuestiones que más perplejo me dejan: ¿Cómo puede ser que en un contexto cada día más complejo, con conocimientos sobre la mesa que nos obligan a ser más sofisticados y sutiles que nunca, lo que proliferan son las simplificaciones tajantes, cuanto más burdas más efectivas? Las trivializaciones dogmáticas se han adueñado no ya de las motivaciones de la ciudadanía sino de los grandes centros de poder.
Soy consciente que no se trata de algo exclusivamente moderno, pues nos acompaña no sabría decir muy bien desde qué momento pero en cualquier caso es muy lejano. Es una desgracia que estando en el momento de la historia en que el conocimiento es menos costoso, manifestemos disparates tan orgullosos y atropellados. Que siendo la época con más información a mano, estemos tan sobradamente desinformados. Aunque obligados a la complejidad, gana terreno el asilvestramiento, hasta el punto de desear y promover decisiones irreversibles. Como el golpe de mano del Brexit, un caso crucial que se estudiará en los libros de texto.
A veces lo que nos mata es el éxito, o ciertas consecuencias del mismo. El caso es que los individuos no están al nivel de los grandes hallazgos que han sedimentado históricamente. Tal vez por la idea de que todo nos vendrá dado desde fuera, síntoma de que el principio de autonomía individual cotiza más a la baja que el pellejo de Errejón.
Una de las cosas más simplificadoras de nuestro debate social consiste en liquidar la política. O jibarizarla al máximo. Unos se consagran a la tarea, como es el caso del PP, anestesiándola, vaciándola de contenido, convertida en decisiones supuestamente mecánicas. Este enfriamiento del proceso es ideal para que luego uno pueda dedicarse tranquilamente a tareas más satisfactorias, como la rapiña. Ya sea a la manera legal de Montoro, o a la de su compadre Rato y los chicos de la Gürtel.
Otros son más divertidos, como Podemos. Estos salivan por una relación directa con las cosas que desde Kant, incluso desde Platón, sabemos que no es posible. De ahí su empeño pueril por manejar los asuntos sin mediaciones, distanciamientos o instituciones, inspirados en una suerte de dudosa idea de autenticidad. Por eso necesitan dictarnos cada paso de nuestras vidas. Como el Consell y su fatwa contra el día de San Valentín. El tripartito ha sancionado las “relaciones tóxicas”, y sin duda saben mucho del tema: su ponzoñoso ménage à troi es el mejor exponente de ello.

lunes, 6 de febrero de 2017

¡SE VAN A ENTERAR EN WASHINGTON!


 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

Por todos conocida es la reflexión de Marx “la historia se repite primero como tragedia y después como farsa”. Así, si en los años 70 se debía subir hasta Perpiñán para poder disfrutar del acogedor cine edificante, o simplemente interesante, hoy es preciso acercarse a Madrid para obtener el salvoconducto de catalán. Como publicaba hace unos días este periódico, el Institut Ramón Llull de nuestra Capital City da más facilidades (menos dureza y sólo un día de pruebas) a las sufridas víctimas de nuestra excelentísima, más en tortura china que en otra cosa, Direcció General de Política Lingüística. Se repite el panorama de nuestro también egregio departamento de catalán, el más berroqueño de todas las tierras de esta lengua. Qué suerte tenemos…
Eso sí, los exámenes en Madrid salen algo más caros, a lo que se debe sumar el billete de avión. Lo más interesante, que no sorprendente, es que en la capital sean más tolerantes con las modalidades insulares. Aquí seguimos desterrando, basta escuchar IB3, el léxico balear en beneficio de la monolítica uniformidad.
Claro, estos títulos son muy preciados para desenvolverse en ciertos ámbitos de nuestra valleinclanesca realidad. Catalan first! Por ejemplo, para asuntos esenciales como la cartelería de las playas de Palma, y para que los socorristas se comuniquen, megafonía incluida, con alemanes e ingleses en tanga, entonando las delicadezas del Blanquerna de Ramon Llull. O con materiales más expeditivos y despiadados, como las glosas de Mateu Xurí, puro fist-fucking mental. Ahora ya sí sabemos en qué consisten las intimidantes medidas del tripartito para vaciar nuestras playas lo antes posible. Turismo sostenible.
Pero ante tanto caviar informativo esta semana se lleva la guinda una delicatessen excelsa: Més quiere que Cort declare a un tal Trump, no sé si les suena, persona non grata. El caso es que, como recordaba mi compañero Aguiló Obrador el pasado viernes, Més agasajó hace poco en el Consell a un ultraderechista alemán contrario a la llegada de refugiados. Debía ser que Herr Schachtschneider habla catalán (estándard, por supuesto) o que es “máxima autoridad” (pónganse en pie) europea en divorcios kosovares. Yo no les exigiría demasiada coherencia a los Carrió, Ensenyat o Abril, basta ver lo que se esconde (conciertos económicos, independencias unilaterales) bajo su tan manida invocación a la igualdad.
Regresemos a Trump. Este pesemero brindis al sol, cuyo único fin práctico es reunir a una tribu que se ha ido desvertebrando últimamente, no significa otra cosa que un tierno homenaje al falangista Juan Aparicio, que fue director del franquista Arriba. De él se cuenta que, al escribir sus encendidos artículos contra el Kremlin, declaraba exaltadamente a los presentes: “¡Se van a enterar en Moscú!”.
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